Es grande por ser quien es sin dejar de ser uno mismo.
Familia de cinco y más, embajadores de las personas con discapacidad sin decir palabra.
De personaje público a humano en un segundo, para algunos catedral, para otros encina; depende del cristal a través del cual se mire, mejor amparo a la sombra, que reflejo efímero, los triunfos sólo duran un segundo.
Su fragua, el temple del cariño de los suyos con alguna quemadura marcada a fuego que madura, hombre de brasero y tertulia fina.
Ve y va más allá, instinto felino, otea, orienta con sigilo sus pasos en una hermosa puesta de sol. De la mano, una apuesta joven de ojos azules y tres churumbeles pecosos.
"Es magnífico", decía el Sr. Méndez de Will, en el "Circo de las Mariposas", Vicente es de los escasos elegidos capaces de ver un David en un pedazo de mármol.
Estamos demasiado cerca para valorar su legado, el de este compañero sin prisa, "abuelo", amigo, padre, esposo. Se recordarán sus éxitos, otros nos acordaremos siempre de él por ser "el maestro de escuela" al que sólo se le puede rendir admiración y respeto.