El abuelo contaba batallitas, batallitas de verdad, de las de guerras. Tuvo la suerte de sobrevivir a la que llamaron Gran Guerra, como si las de antes hubiesen sido escaramuzas barriobajeras, y la desgracia de haberla vivido. Relataba con bastante naturalidad auténticas barbaridades que parecían justificarse por aquello de que en la guerra y en el amor? Pero no todo vale, en ninguna de las dos cosas. Y luego hubo una Segunda Gran Guerra, que le pilló mayor y sin ganas de meterse en faena, se escabulló como pudo. Afortunadamente hace tiempo que ha muerto y no tiene que plantearse si habrá una Tercera Gran Guerra, ni su motivo.
El abuelo, desde su status social a ras de suelo, explicaba que, a lo largo de la historia, los interesados en que haya guerras siempre han apelado a argumentos universales tales como dios, patria, justicia... para convencer a la gente de que mate y se deje matar por ellos. Aunque el motivo real siempre haya sido el mismo:"Quítate tú para ponerme yo".
El hombre de las cavernas ya utilizaba ese motivo para pegarse con el de al lado y robarle la cueva, la caza o a la parienta. Un millón de años después seguimos en las mismas, solo que como somos más, y tecnológicamente más listos, montamos guerras mundiales por aquello de que mal de muchos consuelo de humanos.
Los que deciden cómo, cuándo y dónde se prepara una guerra, para repartirse luego el botín (ahora se llaman contratos para la recuperación del país de turno), deben estar pensando que hace justo cien años de la I y setenta de la II, y que ya va siendo hora de montar otra para celebrar el centenario y animar el cotarro.
El motivo oficial se lo han puesto en bandeja: La identidad nacionalista. El motivo real, ese por el que vale la pena arriesgar el dinero propio y las vidas ajenas: El control de la zona más rica de Ucrania, del granero de Rusia, del gaseoducto que calienta Europa. Y si de paso vuelven a rehacer el mapa de Europa, miel sobre hojuelas.
Como diría mi abuelo: "si estuviera en disputa el secarral que hay entre Villarriba y Villabajo ni siquiera se hablaría del asunto".
Confiemos en que esta vez los que tiran de la cuerda no lleguen a romperla para que así, cuando a nuestros descendientes les pregunten por la guerra del 14, no tengan que contestar: ¿De qué 14?
1914?2014 Pacífico aniversario.