Desde hace más de un siglo y una década la capital de España tiene un castizo equipo que es un sentimiento, una filosofía de vida; esto es el Atlético de Madrid.
Coraje, valor, esfuerzo, sacrificio, humildad y pasión son armas de los indios que a lo largo de toda su trayectoria les han hecho convertirse y ser reconocidos como la mejor afición del mundo.
Sus hazañas son indelebles al paso de la historia, se deben destacar trofeos internacionales, Ligas, Copas del Rey (anteriormente Copa del Generalísimo) y un largo etcétera de títulos que avalan a este glorioso club.
Pero ser del Atleti también es sufrimiento, raza y lealtad a la causa rojiblanca. Bajaron al infierno de segunda y volvieron con más fuerza, con el hacha entre los dientes como los indios aguerridos que son.
Su asentamiento está en el río Manzanares donde acampan con sus banderas presentando encarnizadas batallas a sus contrincantes, en especial a los blancos como ya hicieran los "pieles rojas" en las llanuras de Norteamérica.
En el Calderón, miles de gargantas rugen al son de tambores de guerra cada vez que un rival visita su campo de batalla, allí luchan fraternalmente defendiendo los colores rojo y blanco.
Como sus huestes tampoco hay igual, en marcha van al frente allí dónde jueguen en masa para apoyar, esto es compromiso, a tal punto llega su fidelidad.
El indio aguanta, siente, aprende, sufre o vence y su alegría le sube a las nubes. Lo del cielo no es baladí, prueba de ello fue su fusión con la sección deportiva del Ejército del Aire, conformando el Atlético Aviación de Madrid u otro hecho genuino de las altas esferas como es que su Presidente de Honor sea su Alteza Real don Felipe de Borbón.
Tienen un jefe al que llaman Cholo Simeone, éste les infunde un espíritu ganador sin igual, una mentalidad de partido a partido, de trabajo y pundonor, y es que, mientras los demás duermen, el atlético sueña.