OPINIóN
Actualizado 09/05/2014
Luis Marcos del Pozo

 

"La interpretación de una obra literaria supera cualquier intento científico de abordarla " porque involucra la llamada inteligencia emocional, eso que suele ser  impenetrable y habitualmente suele estar dominado por el inconsciente.

Toda actividad requiere un esfuerzo, de eso no hay dudas, pero cuando en medio de ese esfuerzo encontramos al menos una esperanza, una veta a explotar, cambia nuestra visión, y se produce el entusiasmo por el trabajo, y el esfuerzo y sacrificio no lo vemos ya de la misma manera. El entusiasmo es el motor vital en cualquier actividad humana, incluida la de la lectura. Cuando se lee con entusiasmo, todo se ve de forma diferente, trituramos el libro buscando casi con desesperación  y llenos de deseó llegar al final, aún sabiendo que ahí termina nuestra vorágine.

 Esta exposición anterior,  rara vez ocurre en la enseñanza, porque los libros  elegidos son extremadamente anacrónicos, o bien anodinos, y anclados (los escogían hace 30 años) como para despertar el interés de las mentes de los jóvenes de hoy. La velocidad  de la vida actual, no permite que la sociedad de la que hablamos se paré a reflexionar sobre realidades que no le pertenecen y no los representan. Y a diferencia de lo que nos pasaba a nosotros, su tiempo carece "del tempo" que musicaliza la lectura.

 Esta anacronía, es un punto de inflexión que debemos de considerar, como un motivo de gran importancia, de  ahí la necesidad  de actualizar los programas de estudio, por otros que se acerquen o representen una parte importante de la problemática del mundo actual.

 No quiero ni deseo que con estas aseveraciones, alguien pueda pensar que la literatura del Siglo de Oro, o la generación del 27 o cualquiera del pasado no tenga valor. Nada más lejos de la realidad; es importantísima  para nuestra lengua, pero considero que debería ser más encaminada a estudios por parte de especialistas.

 Pues los alumnos actuales, quieren libros y autores, que reflejen su figura, su estado, sus palabras y expresiones. Y la literatura escogida para su lectura los aburre, los hastía y los separa del placer de leer. ¡Ya llegara el momento de leer estas obras! Cuando el alumno haya abonado su mente para recibir esta gran semilla.

Yo creo que pocas formas o ninguna nos aproximan y nos dejan acceder al mundo del saber, excepto la lectura. Nuestro mundo ha sido conquistado por el lenguaje, por lo que las personas que no leen terminan alejadas del saber  y poco a poco caen en el negro pozo de la ignorancia.

 No es posible entender una vida, sin lenguaje, para entender y atender la vida  en la que discurre nuestro  devenir necesitamos el medio de la palabra, escrita o  sonora. Y el camino de la conquista de esta, es mediante el secreto que encierran los libros, recogido una a una en las palabras que lo conforman. Palabras, que una persona las ha utilizado para plasmar  y concentrar su experiencia creando una obra literaria.

También es justo reconocer que la apropiación por parte de la lingüística del arte de la literatura, hace que nazca un desinterés paralelo, al no saber discernir  e incluso mezclar  el estudio de una obra como fenómeno lingüístico en vez de un arte que se ha desarrollado desde el principio de la historia humana.

 Yo, y creo que nadie , pueda poner en duda los alcances de la lingüística como ciencia  que racionaliza todas y cada una de las formas y expresiones  de lenguaje. Pero esto no es lo que hace que un alumno se "enganché" a un libro.

El ser humano tiene la necesidad de contar, leer, escuchar historias, porque en cada una de ellas esta escrita su existencia, el hecho de la vida en un mundo en el que se desconoce casi absolutamente, salvo nuestro final, nuestro trágico final, por muy dulce que haya sido el camino hasta el mismo.

El mundo es nuestro, porque nos hacemos cargo de cada una de sus historias. Nos sentimos con la necesidad de saber de la vida de los demás (de ahí las audiencias televisivas de algunos programas) por que en esas vidas, a  veces nos encontramos a nosotros mismos. Y sin la experiencia del otro, escrita o sonora, no tenemos puntos de referencia para conocernos y si no nos conocemos nos convertimos en animales amorfos. En animales  que agotan su vida sin, tan siquiera, saber si tienen vida interior.

La lectura de un buen libro, engloba una experiencia personal propia y extraña, abre un resquicio para la creación de otro yo o para enriquecer al que llevamos siempre con nosotros, y desarrolla nuestra personalidad y nuestra persona.

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