OPINIóN
Actualizado 06/05/2014
Javier Martín (Jotamar)

Y no alguno de la Semana Santa salmantina. Es un paso de peatones de una calle cualquiera, de un barrio cualquiera, de esta ciudad única que se llama Salamanca; es de un tamaño más que considerable, rayano en la enormidad, "desagerado" que dicen por Cádiz; propio de una larga y ancha avenida, y no de una callejuela por donde pasan dos peatones cada hora y cada cual por donde le apetece -que nunca es por la cebra pintada al efecto- y que tanto abundan en los últimos tiempos en nuestros barrios. Y en su lugar, descansen decíamos en la "mili", lo lógico y normal es que se hubiera hecho diminuto o mejor no haberse pintado este innecesario camino para el andarín. De eso modo o manera habilitábamos una plaza más de aparcamiento, de esas tan solicitadas y de las que tan necesitados estamos. Ocurre, con los pasos de peatones, digo, algo parecido a lo que estamos contemplando con los contenedores de basura, puestos en la vía pública como al desgaire, como al caer, sin un estudio previo y en ocasiones en lugares inapropiados.

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