En realidad la expresión es una variante de una más asturiana ?tierra de la madre que me parió- en la que el emisor hace una referencia escatológica sobre su ascendencia materna cuando se quiere hacer énfasis en un asunto concreto: "Cagon mi madre, no compré nada por el día de la madre", por ejemplo.
A mí, que soy muy de retorcer palabras hasta hacerlas doler, me dio durante un tiempo por decirlo a todas horas. Especialmente después de argumentar con razones y comprobar que, ni por esas, era capaz de hacerme entender, de que mis interlocutores se hicieran una idea de lo que estaba queriendo contar. A ver si con otro ejemplo soy capaz: "Hoy es el día de la madre, una festividad asociada al mes de las flores que tiene su origen en los griegos, que los cristianos adaptaron a la Virgen María, que los yanquis rescataron para homenajear a las madres de los soldados y que la nueva sociedad capitalista ha impuesto a golpe de anuncio para acabar convenciendo hasta a la madre que me parió".
A ver, que yo no estoy en contra de las madres, ni tampoco de que se las reconozca. Ni de palo. Nada más lejos de la realidad. Lo que digo es que parir paren hasta las ratas, que lo de ser madre es mucho más que una cuestión meramente fisiológica, algo muy de mamíferos. O sea.
Dicho lo cual y a la espera de que los que son más mamistas que la madre que me parió se me tiren al cuello, sólo me queda decir que yo, de siempre, de toda la vida de Dios, he querido ser madre. No mujer, pero sí madre. Y como la naturaleza sólo me permite ser padre, pues intento ganarme el regalo de este domingo y las felicitaciones de mis hijas queriéndolas como un padre que quiere ser madre. Sé que es difícil de entender. Casi tanto como de explicar.
Y no quiero cerrar este alegato a favor de la maternidad de verdad, la del amor incondicional, sin dejar de acordarme de las dos mejores madres del mundo: la mía y la de mis hijas. Muchas gracias. Se os quiere. Y mucho.