Están en capilla electoral los candidatos a eurodiputados, como estuvieron los aspirantes a Licenciados en la capilla de Santa Bárbara ilusionados con la futura cátedra, mientras los electoreros persiguen la canonjía política del euroescaño.
Nuestros políticos van a entrar en capilla electoral antes de sufrir el examen del pueblo en las urnas dentro de tres semanas, como le sucedía en la catedralicia capilla salmantina de Santa Bárbara a los profesores medievales que aspiraban a ser Licenciados universitarios por el Estudio, tras años de pasantías.
Rajoy, Rubalcaba, Cayo Lara y otros líderes políticos apadrinan candidatos a la mayor canonjía política que imaginarse pueda, igual que los Maestros patrocinaban a los aspirantes a la licenciatura, previa al doctorado y la cátedra universitaria donde sentarse con la seguridad del futuro cierto.
La campana de la Universidad que anunciaba la misa previa al encierro invocando al Espíritu Santo, se corresponde con la pegada de carteles electorales de los candidatos, solicitando a los ciudadanos el voto que les lleve al parnaso político donde gozarán de sueldos, trabajo y privilegios jamás soñados por ellos y sus descendientes.
El tiempo que permanecían los licenciados en la capilla lo utilizaban para reflexionar y preparar el discurso que darían ante el tribunal, pero los candidatos encapillados en sus sedes buscan las más eficaces estrategias de engaño para seducir con cantos de sirena a los ingenuos votantes, no escarmentados con fraudes electorales anteriores.
Los licenciandos se diferenciaban de los candidatos en que los primeros permanecían encerrados en la capilla antes del examen, recibiendo comida a través de un rosetón abierto en un muro lateral, y los segundos se pasan los días de capilla mendigando votos a los vecinos por las calles con falsos programas electorales que caerán en olvido al concluir el examen.
La oración del Ángelus previa a la votación del tribunal, tiene su reflejo en la jornada de reflexión que antecede a la apertura de urnas. Y la celebración del aprobado con dátiles, escudilla de manjar blanco, perdiz, manzanas y rajadillo fino de Portugal, es celebrado por los ganadores alectorales con vino espumoso, banderas al viento y vítores de los ingenuos votantes a los canónigos políticos que pasan a la mejor vida que soñarse pueda.