El periódico decano nos duró ciento treinta años. Más o menos lo que la caja de ahorros. El club deportivo más representativo de la ciudad llegó a los noventa y de ahí no pasó. Las industrias, escasas y efímeras. Los comercios y establecimientos de hostelería, a menudo pasajeros. Los proyectos culturales, en ocasiones fugaces, esclavos de la siempre disponible excusa del presupuesto.
Por esto, que una institución celebre en Salamanca quinientos ocho años de historia es motivo de comentario. Hoy pequeña en número, en otros tiempos más influyente en el acontecer de la ciudad, la Cofradía de la Vera Cruz anuncia para este sábado su fiesta fundacional. Fue el 3 de mayo de 1506 cuando surgió la hermandad que dio lugar a la celebración popular de la Semana Santa en Salamanca, y cuyos actos centrales del Descendimiento, la procesión del Santo Entierro y el desfile de la Resurrección sigue organizando cuatro siglos después de haberlos instituido. La capilla homónima en el Campo de San Francisco y el brillante elenco de pasos conservados por la cofradía dan fe de su esplendor en sus dos primeros siglos de historia, que se apagó en el tercero y resistió a duras penas en el cuarto y el quinto. Ha comenzado el sexto siglo de andadura repuesta en potencial humano y reconciliada con su pasado para mirar el futuro con esperanza.
Como la Vera Cruz, otras muchas cofradías funcionan en Salamanca. Suponen el grupo más numeroso de asociaciones laicales en la diócesis. La mayoría son noticia durante ocho días al año, los de la Semana Santa. Guardadas las andas procesionales, la ciudad las olvida hasta que vuelva a ser momento de usarlas. Algunos de sus miembros, cierto es, también viven su pertenencia de manera estacional. No obstante, una parte notable de las cofradías han abandonado esa mala costumbre de cerrar "por Pascua" y buscan la manera de ser comunidad de fe y de fraternidad para sus asociados al tiempo que se hacen presentes en el mundo para dar en él un testimonio cristiano. Abiertas de Pascuas a Ramos, con sus limitaciones pero cada vez más activas y visibles, las cofradías deben sumar mucho en la Iglesia y en la ciudad. Conscientes de su vigencia y unidas en lo fundamental, que sobre la hora o el recorrido de una procesión pueden discrepar, la constancia en el empeño les garantizará continuidad y autenticidad. Así hasta cumplir quinientos ocho años, como los que celebra este 3 de mayo la Cofradía de la Vera Cruz.