OPINIóN
Actualizado 03/05/2014
José Fermín Rozas

El lunes me encontré en esta misma web una reflexión sobre la Gran Vía salmantina que me ha sorprendido, calificándola de suburbio. Es asombroso el protagonismo que mantiene esta calle en la organización del tráfico de la ciudad, a pesar del puente de San José y de la segunda ronda; es habitual verla abarrotada de vehículos durante las horas más críticas del día. Curiosamente los planes de movilidad de Salamanca elaborados hasta el momento, coinciden en la necesidad de tranquilizar esta calle y, dada su posición en el mapa de la ciudad, dedicarla a lo que ya es: la clave del sistema del transporte urbano y comarcal de la ciudad (y de paso ensanchar las aceras).

Llama la atención lo que molestan autobuses que transportan decenas de personas y no los miles de coches que circulan a diario con 1'3 personas en su interior (la media en España). Es más, los humos, vibraciones y ruido molestan en la Gran Vía pero al parecer no a quienes viven o trabajan en Canalejas o el resto de la primera ronda (durante varios siglos estos fueron los grandes paseos arbolados de la ciudad). Por cierto, el coste de viajar en coche es decisión personal y aleatoria (y tiene alternativas), pero el de un autobús, circule con 0 ó con 90 pasajeros, es obligatorio y público; parece más razonable que la administración apueste por lo que tiene que pagar de todos modos. No tengo las mismas noticas que la persona que escribía el lunes sobre lo que pasa en Florencia, de hecho en Italia hay magníficos ejemplos de planes de movilidad sostenible, de los que todavía estamos lejos.

Hemos avanzado, eso sí, y este Ayuntamiento por fin se decidió a tomar medidas de calado desde 1996 peatonalizando Azafranal o Palominos-Serranos. Pero siguen sin ir más allá: un transporte público metropolitano de verdad; dar en serio espacio a la bicicleta; trasladar la ordenación del tráfico de la ciudad de la primera a la segunda ronda; y que la Gran Vía se dedique en exclusiva al transporte público (junto con el puente Enrique Esteban). Esto último supone liberar por fin a la calle San Pablo del incomprensible tráfico que hoy tiene, dado su atractivo para nuestra principal industria: el turismo (según el Plan de Excelencia Turística).

No se puede seguir manteniendo que el 24 % de los viajes de la ciudad, que se hacen en coche, son la clave de nuestra economía y de nuestro futuro. No confundamos coches con crisis y jubilaciones, o ¿hay que reabrir Azafranal, Zamora, Toro o la Rúa al tráfico? Al cabo de los años alguien ha vuelto a recordar el carrilón del PP de las elecciones municipales de 1995, ¿no le hace reflexionar que se olvidaran de ello?

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