Anoche, durante la oración en familia, recordamos a los dos papas santos. Fue un Domingo radiante. Hasta estuvo la abuela en casa, que para los peques es una celebración siempre extraordinaria.
Se me ocurrió pedirle al Señor que nos ayudara a ser santos, cada día, en cada afán, y enseguida saltó Ángel para recordarnos, desde la bendita inocencia de los nueve años, que eso es muy difícil, algo así como un 0,00000000001 %.
Nos reímos, claro. Y aunque intenté explicar lo mejor que pude que todos estamos llamados a la santidad y que no es necesario que la Iglesia nos inscriba a todos en el libro de los santos, Ángel siguió erre que erre con sus estadísticas. "Vale, papá, algo así como un 0,00000000002 %."
Es el más cuadriculado de la familia. No se lo decimos mucho, o se lo decimos con bromas y mucho cariño, pero es así. Le insistimos también en que, con ayuda de Dios y esfuerzo personal, todo se puede cambiar.
A Ángel hay que reconocerle, no obstante, que hay algo de verdad en su intuición cuadriculada. Aquí las estadísticas no nos ayudan mucho en el cálculo, pero fácil, fácil del todo no es. Hay tareas más "sencillas" que la de cargar con la cruz y seguir al Señor, con fidelidad, alegría y esperanza permanentes, para dar gratis lo que gratis se nos ha dado.
El que algo quiere, algo le cuesta, aunque se equivoca el que esté pensando en ceros. "La santidad consiste en la disposición del corazón" ? decía Santa Teresita de Lisieux -. Ese es el precio. No menos, pero tampoco más.