Durante el siglo XX hemos tenido en Europa dos guerras, que llevaron a la tumba a muchos millones de europeos y no hablemos del hambre y miseria de ambas posguerras. La culpa de esas guerras atroces fue la ambición por modificar fronteras.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, parece que en Europa se imponía la cordura y, con la creación de la Unión Europea, ir dando los pasos pertinentes para la supresión de las fronteras.
Ahora con el problema ucraniano, para quienes quieran verlo, esta media Europa de la parte occidental, queda muy coja sin la parte oriental, y con el riesgo de poder repetir los tristes errores del pasado.
La Unión Europea necesita a Rusia y Rusia necesita a la Unión Europea, son dos mitades complementarias para poder hacer un futuro sin sobresaltos.
Quién creía que con la expulsión de Yanukóvich, como Presidente de Ucrania, iba a tener algún beneficio, es claro que arrastra una ceguera política de tamaño monumental. De momento han perdido la República Autónoma de Crimea y veremos a ver que es lo que pasa con las regiones pro-rusas en la frontera sudeste.
Europa tiene que plantearse una política de colaboración con el Este y no de enfrentamiento y es el momento de reflexionar antes de que sea tarde. Ahora, ante las elecciones al Parlamento Europeo, nuestros candidatos debieran exponer estos temas y sus posibles soluciones. El hablar de lo malos que son los contrarios nos produce rechazo a los votantes, que queremos soluciones y no enfrentamientos.