OPINIóN
Actualizado 29/04/2014
Fernando Robustillo

 

Hoy martes y mañana miércoles cuatro equipos lucharán por la Champions en Semifinales ?Bayern de Munich y Real Madrid, Chelsea y Atlético de Madrid?, partidos de vuelta de donde saldrán dos clasificados, pero sólo uno conseguirá los honores de ser el mejor de nuestro continente. Sus aficiones están nerviosas y quieren que sus respectivos equipos ganen aunque sea por la clásica, de penalti injusto y en el último minuto. Lo importante es llegar a la ansiada final.

No obstante, los partidos vienen celebrándose días antes en la prensa o en  distintos foros. Y "El rostro impenetrable", aquel genial western donde Marlon Brando hizo un papel magistral, es el rostro de los cuatro entrenadores en liza. Todo está bajo control, una declaración de intenciones está fuera de lugar en los Guardiola, Ancelotti, Mourinho y Simeone.

Multitud de voces hablan de "la plaga del fútbol", ese  adormecedor de neuronas. A mí, como nadie es perfecto y estoy lleno de imperfecciones, me gusta el fútbol. Pero tengo problemas cuando expreso mi punto de vista: soy de los pocos que no saben sentar cátedra, como lo hacen los millones de árbitros y entrenadores que pululan por nuestra sociedad.

Y Dios me libre hablar de tácticas y sistemas en esta columna, pero sí rescato de la Historia aquellas opiniones de calidad que supieron darle al fenómeno del fútbol una explicación sociológica. Por ejemplo, a Mario Benedetti, que estuvo presente en el Mundial de Montevideo de 1930, le gustaba decir que aquel Mundial "fue el momento en el que Europa se enteró de que existía un país que se llamaba Uruguay".

Fernando Lázaro Carreter señaló "que el futbol es la épica moderna porque 'ver pelear' está en la sangre". Camilo José Cela ironizó mucho con el futbol, a Miguel Delibes le gustaba, Miguel Hernandez dedicó un poema "al joven Lolo Sampedro / joven en la portería del cielo de Orihuela", muerto contra un poste. Vladimir Nabokov fue otro enamorado del balón. Camus fue jugador y espectador. Alberti, Picasso y otros..., quienes si estaba puesto el partido, lo veían.

La gente reclama fútbol. ¿Son los Mundiales las Olimpiadas clásicas, como llegó a afirmar Antonio Gala? ¿Es el fútbol el nuevo boxeo civilizado? En Roma, hace dos mil años, la gente culta se divertía en los coliseos viendo luchar a los gladiadores. Y si el fútbol es un invento inglés, también en Inglaterra Enrique VIII guillotinaba sin piedad en espectáculos abiertos al público... ¿El hombre ha incorporado a los genes la efervescencia? Es muy complejo todo ello para quienes quisieran acabar con el fútbol.

En la época de EscartínMatías Prats, Pablo Porta o el joven García estábamos convencidos que el fútbol era un sedante político del franquismo, después nos dimos cuenta que Europa entera estaba enganchada. Por tanto, fútbol sí o sí, pero a pequeñas dosis. Lo malo es el exceso. Y si el único tema de conversación de los aficionados es el futbol, no cabe duda que esos señores tienen una ludopatía.

Pero a pesar de esos casos patológicos, si los intelectuales se dieran cuenta que el fútbol, aparte de ser un espectáculo, también es arte, los partidos de la Selección se podrían ver en pantalla gigante en círculos culturales. Y con ello muchos individuos podrían perder ese falso respeto que les aleja de los lugares de cultura por tratarlos como templos.

Después, puede suceder aquello que le ocurrió a Jorge Luis Borges, que dio una conferencia el día y hora en que Argentina se jugaba contra Perú el partido más importante de clasificación para el Mundial-78 y abarrotó la sala.

Los antropólogos estudian la cultura de un pueblo en un tiempo y contexto concreto. Por tanto, cuando los científicos del futuro tengan que hablar de nuestra cultura, el fútbol no lo podrán ignorar. Ahora, en nuestro tiempo, nadie puede decir que la cultura del fútbol sea un ideal, pero sí podemos afirmar que es una cultura real.

Éste es un artículo amable. ¡Que la suerte esté con el mejor!

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