OPINIóN
Actualizado 28/04/2014
Francisco Iglesias

En el programa matutino de Javier Cárdenas, que suele sacarme la segunda sonrisa de la mañana (la primera la sacan mis hijos), escuché el pasado viernes lo que ellos llaman "Experimento sociológico", que en realidad no es muy científico pero cumple con el cometido de entretener al público, y a veces de molestar a algún individuo poniendo a prueba su paciencia. El del viernes me llamó la atención pues andaba pensando en escribir para hoy lunes sobre el poder del lenguaje, de cómo la manera en la que nos comunicamos determina la interacción con los demás, y este experimento, sin ser científico, confirmaba mis hipótesis. Consistía en que un señor con acento gallego llamaba a una floristería con tono de agradecimiento y aunque el contenido de su mensaje no era entendible, de hecho se inventaba palabras sin sentido, la conversación era posible porque si e entendía la "intención".

Lo cierto es que de cómo empecemos la comunicación depende en gran medida como acabe ésta; si la lo hacemos con reproches es muy probable que recibamos la misma moneda, si la iniciamos con una sonrisa acompañada de reconocimiento es muy probable que al finalizar también se nos hayan reconocido a nosotros, lo que por cierto suele hacernos sentir muy bien a casi todos los seres humanos, pues en definitiva somos animales sociales y el reconocimiento es una necesidad de casi todos los mortales.

Un buen ejemplo de los que les cuento se ve muy bien en las colas de hacienda, que en estos días está bastante concurrida, cuando la espera se hace más larga de lo deseada es habitual iniciar la conversación desde el malestar generado por ella, así que, por acortar el tiempo nos saltamos los "buenos días" al funcionario que nos va a atender, el tono utilizado también está determinado por nuestra espera y parece hacer responsable al que nos atiende, quien además anda estresado porque estos días son de intenso trabajo, nos podemos imaginar que la conversación se puede llenar de tópicos poco agradables si uno de los dos no hace un esfuerzo consciente por mejorar la comunicación con el otro, y digo consciente porque generalmente no tenemos automatizados, que sería lo deseable, las maneras que más nos benefician a todos, así que está bien pensar primero en qué términos quiero que sea esa comunicación para elegir la manera en la que la voy a comenzar: "Muy buenas, seguro que llevan unos días de duro trabajo", este inicio estará precedido de una respuesta muy distinta a si utilizamos "Llevo más de media hora esperando y tengo mucha prisa"

Les propongo un pequeño experimento para esta semana: fíjense en cómo quieren que sea la comunicación con su familia, con sus amistades, con sus vecinos, compañeros de trabajo,?, y cuando hablen con  ellos hagan que su mensaje sea coherente con lo que quieren recibir, ofrezcan lo mismo que desean de ellos.

¿Quiere que los demás se pongan en su piel?, ¿qué le parece comenzar por ponerse en la piel del otro?

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