Se celebró la fiesta de la comunidad el pasado día 23 con los dos acontecimientos que se repiten cada año: el 22, la víspera, acto solemne de la entrega de los Premios Castilla y León y el 22 y 23 fiesta en la campa de Villalar de los Comuneros. Desde el año 1984 sigo estos acontecimientos de cerca, pasando de la emoción a la indiferencia. ¿Por qué? Voy a intentar resumirlo.
Porque después de treinta años Castilla y León no sólo no ha mejorado, sino que incluso en asuntos centrales ha empeorado. Desde 1984 a 2014 Castilla y León ha perdido 120.000 habitantes, o sea, tanto como las capitales de Zamora y Ávila juntas. Han mejorado las infraestructuras, los pueblos tienes agua corriente y toilettes- servicios en las casas, los jóvenes pueden estudiar bachillerato en institutos cercanos a sus pueblos sin tener que ir obligatoriamente a un colegio de frailes o al seminario, los mayores reciben mejores pensiones, existe un servicio sanitario mucho mejor?, pero? ¿qué supone todo eso si cada vez somos menos y mucho más viejos?
Casi 28.000 jóvenes se han tenido que marchar de Castilla y Léon para encontrar futuro. Entonces? ¿para qué tanta Universidad maravillosa, (Salamanca, Valladolid, Burgos, León?) si pagamos con nuestros presupuestos (el de Castilla y León) la preparación de profesionales de los que se benefician otras regiones u otros países? Nadie piensa en los alumnos; la Universidad pública actual vive para mantener unos esquemas decimonónicos, una burocracia y un boato profesoral de otros tiempos. Ninguna de nuestras Universidades está en el ranking de las 200 mejores del mundo (o 300); dicen sus rectores que por falta de presupuesto, y lo que hay que preguntar es en qué se emplea tanto dinero público.
La Comunidad Autónoma ha servido, sobre todo, para generar una clase política y funcionarial sobredimensionada. Entre otras cosas porque los políticos han convertido todo en un corral propio, creando miles de puestos a dedo, hasta el punto que funcionarios que ganaron su puesto por oposición se ven relegados a los pasillos para dejarles el trabajo a los contratados por vía del dedo político. Primero lo hicieron los socialistas con Demetrio Madrid y después los populares con Aznar, Posada, Lucas y Herrera. Todo a manos llenas. Todo el mundo lo sabe, todos lo critican en las conversaciones privadas, pero nadie lo denuncia ni pone coto a tanto desmán.
Y todo porque en estos 30 años la Autonomía ha generado miedo: miedo a la libertad de prensa, miedo a la libertad de expresión y miedo a la libertad de opinión. O sea, en 30 años se ha retrocedido lo inimaginable. Se vive en un Régimen. El caso que los máximos responsables políticos, como Juan Vicente Herrera, siempre apoyan en sus discursos estos conceptos, pero la realidad es bien distinta. El maquiavelismo barato se ha instalado en todas las cloacas y nadie levanta la voz porque en caso contrario, como dijera Alfonso Guerra, no sale en la foto. Herrera, en el acto de entrega de los Premios Castilla y León a " los mejores de los nuestros" pidió la vuelta al espíritu de la Transición de Suárez. Tal vez lo hizo porque sabe que en aquella época la libertad era mucho más real; tanto que todo el mundo, los propios medios de comunicación del Estado, se metían con Suárez.
Las reivindicaciones de Villalar (con manifiesto o sin manifiesto?, hasta en esto son unos incapaces nuestros políticos de ponerse de acuerdo) son las mismas que hace 30 años. Pero entonces había esperanza; ahora ya ni eso. Esto se ha convertido en un páramo donde los mismos siguen siendo los mismos; ni siquiera se cambian los collares. Algunos como nos hemos hecho más viejos ya estamos demasiado decepcionados y desgastados para seguir gritando en la campa aquello de "Castilla y León por su liberación" y "Castilla entera, se siente comunera". A otro perro con ese hueso.
Porque mientras esto se ha convertido en un erial sin esperanza, los políticos siguen instalados, unos y otros, y ni la crisis les hecho mella. O sea, todo una mentira, una decepción, un espejismo. Por cierto, ¿quién de los mejores de los nuestros en 30 años han levantado la voz? ¿Dónde están nuestros escritores, nuestros pensadores comprometidos? ¿A quién se le oye? Algo a Miguel Delibes se le oyó y algo se le oye a veces a Martín Garzo. ¿Los demás, quiénes son, dónde están? "Un día de estos, como diría la viñeta humorística "dejo esto y me marcho a Madrid a hacerme ingeniero de algo". Todo con tal de no ser el último que apague la luz.