Están los policías, los bomberos, los farmacéuticos... Estamos los médicos, enfermeros y demás personal sanitario. También otros muchos pendientes de las más diversas funciones, esperando lo que nadie espera, siempre preparados para actuar. Unos pocos velando por todos. De guardia. Alerta. Dispuestos cuando surja la necesidad.
Desde este 27 de abril de 2014, día de la Divina Misericordia en el domingo segundo del tiempo de Pascua, otro servicio de guardia abre sus puertas en nuestra ciudad. Me refiero a la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua en la iglesia del monasterio del Corpus Christi, en la Ronda del Corpus. En el templo conventual de las madres clarisas habrá servicio permanente de alivio para los cansados y agobiados. Ir a Él, al dador del consuelo y el descanso, de la paz y la tranquilidad, puede ser buen remedio para muchos males de nuestro tiempo: las prisas, el ruido, la soledad. Ir a Él, allí o en cualquier sagrario, para luego seguir yendo a Él, en el que sufre y en el que desespera, es tratamiento eficaz para estas heridas de hoy, que se nos infectan a la menor y nunca cicatrizan.
Durante los últimos dos meses se ha intensificado el anuncio de la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua en Salamanca, iniciativa alentada desde hace años por cristianos de aquí y de allá. No es ésta una idea vinculada a un movimiento, o una parroquia, o una realidad concreta de la Iglesia, sino acogida y promovida por personas que han decidido hacer el esfuerzo de comprometerse a acudir una hora concreta cada semana para que la capilla pueda estar abierta las ciento sesenta y ocho de la semana completa y la presencia de Dios allí sea pulmón de vida en medio de la ciudad. Cuando escribo estas líneas es Miércoles Santo y ya se acercan a los cuatro centenares los adoradores inscritos. Otros muchos se sumarán.
La puerta seguirá abierta en la Ronda del Corpus. Hacia allí caminarán muchos por propia intención. Otros, aconsejados por algún amigo o familiar. También los curiosos o los despistados. Los tristes y los escépticos. Algunos, sin haberlo pensado. Providencialmente. Se sentarán y sentirán. Callarán y escucharán. Volverán al día siguiente, o pasados tres meses, o años más tarde. Irán y anunciarán. Guardarán en su corazón. Cambiarán. Adorarán en espíritu y en verdad. Cantarán en el silencio al Amor de los amores.