OPINIóN
Actualizado 25/04/2014
Pablo Pascual Villoria

La escalera del Estudio viene rematada por una singular escena en su tercer tramo. Cinco caballeros y tres peones armados con picas se dan a la caza del uro o toro. Seis trompetas y seis atabales celebran un triunfo.

A estas alturas, nuestro estudiante ha atravesado la mayor parte de la escalera pedagógica. Ha superado sus tramos más dificultosos. Podríamos concluir que el éxito corona la vida de quien se esfuerza por hacerse con el control de las pasiones. Pero no. Aún falta superar la prueba del éxito, que con frecuencia ensoberbiza y vuelve  altanero e indiferente a quien se alza con los laureles. El premio prometido por la escalera a quien supere las pruebas encriptadas en sus piedras se encuentra muy cerca, al final de este tramo, en una última pilastra que  ahora no corresponde descubrir.

A la altura del tercer tramo nuestro homo itinere conoce bien las pasiones que atentan contra la templanza y ha sido capaz de integrarlas en esa amistad-intimidad- compromiso con el otro (Gómez-Zapiaín) que plenifica. Nuestro joven de la escalera no acabará como tantos por disociarse en la asignatura del amor. Todo en él y en la proporción adecuada reluce. Su vida no ha quedado arrojada a una vía muerta. Por el contrario, se ha labrado una vía libre hacia la felicidad.

El tramo que consideramos ahora parece representar el festejo que la universidad renacentista tenía reservado a los nuevos doctores, la corrida de toros. En este agasajo nuestro estudiante sin duda hará bueno el if de Kipling: "si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso y tratar a estos dos impostores de la misma manera.. Si puedes hablar con la multitud y perseverar en la virtud o caminar entre Reyes y no cambiar tu manera de ser tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella, y lo que es más, serás un hombre, hijo mío".

El estudiante ha descubierto su identidad y difícilmente perderá el norte. Le va en ello la vida, su dignidad, su autoestima. La universidad aportó el talante, la cultura y él puso su talento. Talento y cultura: esa es la cuestión (Schelsky). Cuando las capacidades se sitúan en el contexto adecuado se verifica la divisa universitaria del sapere aude, y tras el atreverse a saber se llega finalmente a ese vítor impreso en nuestras piedras pero más aún en el alma y destino del estudiante.   

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