OPINIóN
Actualizado 24/04/2014
Enrique de Santiago

Finalizaron las vacaciones ?para aquellos que las tuvieran- y volvemos al día a día, a la dura y triste realidad de un país que quiere salir adelante, de una sociedad que se esfuerza por generar la ilusión precisa para enfrentar el camino a u un futuro mejor y en la que nuestro políticos siguen en su guerra, en su mundo, en un autismo preocupante que nos perjudica a todos. 

Para mí desgracia, sé mejor que nadie el problema que supone padecer el síndrome autista, lo perjudicial que es para los que le rodean y para el que lo sufre y cada vez tengo más claro que nuestro dirigentes, cabalgando en sus grandes elefantes, se encuentran absolutamente desconectados de la realidad en la que vivimos sus dirigidos.

Aún recuerdo cuando se afirmaba, sin pudor, que el PP era el partido que ganaba siempre en Castilla y León, por ser el partido más pegado al terreno, por ser aquel que conectaba con mayor fuerza con los ciudadanos. Pero, hoy, eso no es cierto, eso no sólo no es verdad, sino que es partido que ha traicionado de la forma más cruel y más injusta  lo que prometieron a sus ciudadanos, a sus votantes e incluso a algunos de sus dirigentes y los que menos lo han explicado, en un modo de hacer las cosas que se reduce a no hacer nada para que nada cambie y todos sigan donde están, en su propio y personalismo beneficio.

Ahora, para ocultar sus miedos, sus mentiras, sus envidias, sus fracasos, cuando aparecen otros en el terreno político que les inquieren, que les recuerdan de donde viene; ahora cuando surgen los "pepitos grillos", o conciencias a diestra y siniestra, se acogen al poder del trasatlántico y al miedo que puede dar la pérdida del poder o reducir su fuerza. Olvidan que ya no se los cree nadie, que el poder por el poder no sirve para nada, que la traición a la que han sometido a sus votantes, tanto el PP, como el PSOE, no puede quedar impune, que ahora que pedimos responsabilidades a los banqueros por sus quiebras, ahora que exigimos responsabilidades por lo sucedido, ellos deben de soportar y asumir su responsabilidad por la traición y sus incumplimientos.

¿Para qué queremos un PP que sube los impuestos más que lo que proponía IU? ¿Para qué queremos un PSOE que asume la división de España y propone que se ahonde en el separatismo, que cuando se produce la ruina de las autonomías propugna el socavón del federalismo?

¿Para qué queremos PP-PSOE si en lo esencial están de acuerdo o buscan la solución por los mismos caminos y mantiene ese sistema repleto de "putillas y chaperines" ineptos e incompetentes que sólo pretenden vivir del prójimo.

La solución no es la abstención, no es la renuncia a defender lo que es tuyo, sino el actuar coherentemente y exigir coherencia a nuestros políticos, a nuestras formaciones, a nuestros representantes y, además, hacerlo exigiéndoles sus responsabilidades cuando cejen en esa coherencia, pues si queremos regeneración, cambio, democracia, tenemos que comenzar por nosotros mismos.

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