OPINIóN
Actualizado 18/04/2014
Marta Ferreira

 

Las calles, relucientes por el intenso sol que esta primavera nos está regalando, rebosan vida y alegría por la gente que, siguiendo la tradición, celebra la Semana Santa. En tono gracioso hemos comentado en casa que parecía estar enfadado El de arriba y se traducía en unas últimas semanas santas frías y lluviosas, pero este año no, este año, casi como un guiño a este país nuestro, que tan mal lo está pasando y que parece atisbar una migaja de esperanza, está brillando el sol con más fuerza que nunca y empujando a las masas a celebrar La Pasión de Cristo.

Nos acercamos hasta las iglesias a ver Cristos y Vírgenes, que recorren nuestras calles ante la expectación y admiración de la gente, que se recrea con la belleza de algunas tallas hermosísimas y lo contempla como espectáculo. El miércoles, tras la salida del Flagelado, y volviendo a mi casa por unas calles prácticamente ausentes de vida y gente (quienes no estaban en la procesión, estaban viendo el fútbol) pensé en los nombres de los Cristos y las Vírgenes: Flagelados, Despojados, Cristos de la Buena Muerte o de la Agonía Redentora, Vírgenes de las Lágrimas, de los Dolores?y sentí  lo poco conscientes que somos, en general, de lo que fue aquello, de lo que sigue siendo hoy, para algunos, este mundo y esta vida.

El mundo en el que vivimos sigue lleno de injusticias y desigualdades, de incomprensión y guerra, de muerte sin sentido y de dolor,  pero sigue habiendo personas  que toman Su ejemplo y procuran una vida coherente buscando el bien de los demás, olvidando su propia existencia. Me acordé de los misioneros que consagran su vida, en condiciones muy adversas, para ayudar a quienes no tienen nada, recordé a mi tía Paquita, monja de clausura desde los 21 años, que entregó su vida a Dios y a la oración, recordé a todos aquellos que conozco y que a riesgo de perder su propia vida permanecen allá donde los siguen vilipendiando por ser cristianos, como Romualdo Fernández Ferreira, que en Siria permanecerá hasta que Dios quiera.

Hemos hecho una fiesta y una celebración de un hecho histórico dramático y así ha sido porque el mensaje final, el de La Salvación, llega con la Resurrección de Cristo y ese mensaje, el de la Vida Eterna, hay que celebrarlo, pero  también creo que en la vida de aquí, la terrenal, la de todos los días, deberíamos no olvidar que existen aún despojados y flagelados y vírgenes de los dolores que siguen derramando lágrimas por despropósitos humanos  y vivir los valores que aquel hombre, al que tacharon de loco, y que careció de cualquier justicia de los hombres, nos dejó con ejemplo de vida y muerte.

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Flagelados de ayer y hoy