En estos días de Semana Santa se rememora la Pasión de Cristo tanto en los actos litúrgicos como en las marchas procesionales por las calles de Salamanca. En estas representaciones hay una carga musical muy fuerte. Las bandas, principalmente compuestas por instrumentos de viento y percusión, acompañan el calvario de Cristo y meten en situación a los asistentes.
En la segunda mitad del siglo XIX aparece la marcha procesional bajo la forma de marcha fúnebre, algo común durante el Romanticismo. Fue ahí donde los compositores comenzaron la producción de las piezas que, al no tener competencia, se adaptaron para poder ser tocadas en las procesiones de Semana Santa, llegando hasta la actualidad.
Frédéric Chopin, Wagner, Schubert, Gounod, Puccini o Beethoven compusieron marchas fúnebres para algunos de sus movimientos y fueron estas las primeras que posteriormente se adaptaron para la Semana Santa.
Tras el éxito y reconocimiento de este tipo de música en las procesiones, se comenzó a componer obras exclusivas para esta celebración.
Los inicios apuntan a José Gabaldá Bel (1818-1870), director de la Banda de la Guardia Real en Madrid, como uno de los primeros y más insignes compositores de música para Semana Santa.
De ahí en adelante se desarrolla toda una tradición musical para la semana de Pascua y Resurrección, siendo la década de los noventa de ese siglo XIX la más prolífera. Es en el siglo XX cuando se desarrolla el género y son las Bandas Militares las que adoptan este tipo de interpretaciones.
Durante la Guerra Civil disminuye el número de composiciones de estas marchas procesionales y aquellas que consiguieron salir adelante llevaban melodías con un carácter dramático muy marcado. En la posguerra el género se recupera de forma paulatina.
A partir de los años 70 del pasado siglo se crean los grupos de costaleros en Sevilla, llevando ellos la selección del repertorio musical, atendiendo a razones de velocidad de avance del paso, siendo esto un factor importante a tener en cuenta para los compositores de las marchas. Esta nueva visión de la música para Semana Santa es un gran cambio en la tradición musical, ya que ahora se empieza a atender a otros factores que no son estrictamente musicales sino más bien estéticos y cómodos para quien carga el paso.
Los compositores actuales se encuentran ante una tesitura complicada, pueden elegir entre componer de forma innovadora; poniéndose en contra de los intereses generados por las modas, o seguir componiendo de la forma que marcan los cánones; dando solos musicales a ciertos instrumentos o componiendo melodías poco apropiadas para esta celebración de cierto carácter austero.