OPINIóN
Actualizado 16/04/2014
Lourdes Morán Rodríguez

Llega la primavera y con ella el color, el buen tiempo el sol y? el polen. Todos sabemos que que el polen es necesario para que nuestros campos luzcan estupendos pero lo que también sabemos es que para algunas personas es un auténtico suplicio. En los últimos años hemos observado que los casos de alérgicos han aumentado pero sino es una enfermedad contagiosa, ¿por qué de repente nos convertimos en unos mocosos que no podemos parar de estornudar? Según explica el doctor Delespesse de la Universidad de Montreal, «existe una relación inversa entre el nivel de higiene y la incidencia de alergias y enfermedades autoinmunes». Parece ser que el que seamos tan limpios no deja que nuestro organismo pueda producir sus propias defensas. Asímismo tampoco dejamos que ciertas bacterias necesarias para nuestro sistema de flora intestinal entren en nuestro organismo con su correspondiente bajada de nuestro sistema inmunológico.

Tampoco debemos olvidar cómo en las últimas décadas ha aumentado la contaminación y de cómo el tabaco influye en nuestro sistema respiratorio. 

Podríamos definirla como una enfermedad de occidente.

Pero en primavera no sólo nos alteramos con el polen, nuestro cerebro también se altera produciendo más endorfinas debido a la mayor cantidad de luz solar que recibimos y provocando que nuestro estado de ánimo mejore de forma natural. 

Pero como dice un amigo mío, ¡lo mejor de la primavera es que también se altera el deseo sexual!

¡El aumento de la secreción de la vitamina D junto con las endorfinas hacen que tengamos más ganas de practicar sexo y eso sí que altera sangre!

Por eso y porque el campo se pone precioso y porque llegan las vacaciones y porque podemos ir de cañas y porque... ¡Viva la Primavera!

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