OPINIóN
Actualizado 13/04/2014
Ana Hernández

La Fiesta del Cine nos ha venido de perlas, porque lo que es la tele... está entre dejada y tristona. Sí, sí, las cosas hay que admitirlas cuanto antes. Desde la despedida de El tiempo entre costuras no hay demasiada calidad en la carta televisiva. Por ahí queda la brina de Velvet, que no es sino un remix de la ya mencionada El tiempo... y Gran Hotel. La historia no es muy original, para qué negarlo, pero la factura es impecable y los secundarios, un lujo. Y quitando esto... solo nos queda Cuéntame, pero hay que ser fiel seguidor para apreciarlo, porque medio mundo anda enfadado con Mr. Alcántara y la otra mitad con su señora Merche. 

Pero salvando estas perlas no hay absolutamente nada que contrarrestre programas de dudosa calidad como Supervivientes o Sálvame. Yo, personalmente estoy muy enfadada con una de las grandes culpables de esta situación: TVE. ¿Me quiere alguien explicar qué hace la cadena pública comprando partidos de fútbol de la selección española jugando contra Kazakhstan, que no le interesan ni al tato, y dejando finalizar sin noticias de renovación a joyas como Los Misterios de Laura?

No lo entiendo, y mire que hago esfuerzos. ¿Cómo puede ser que una de las series con más apoyo en las redes sociales, que aglomera el más fiel de los públicos, capaz de esperar hasta dos años por la emisión de una nueva temporada, haya finalizado su tercera (esperemos que no última) temporada sin una mínima mención de la cadena sobre su renovación?

 

Laura Lebrel merece algo más que una despedida entre los problemas presupuestarios de la cadena pública. Mucho más cuando acaba de exportarse a tierras americanas: la primera serie española (junto a Pulseras Rojas) capaz de conseguir ser tenida en cuenta en el amplio sector televisivo del cable norteamericano. En este caso el remake apunta maneras y Laura Lebrel se paseará en la piel de Debra Messing por la NBC. ¿Cómo puede TVE permanecer en silencio dejando escapar una perla con semejante factura, calidad de guiones y capacidad de enganchar al público durante su hora de emisión? Bien es verdad que hay que aceptar ciertas licencias, como que Laura Lebrel se tope con un misterio y un cadáver a cada paso, pero dejando de lado esos detalles, resulta tremendamente grato saborear la originalidad de los misterios, la incertidumbre de no saber quién es quién hasta el mismo final o los golpes de gracia de Maribel y los gemelos. 

Espero que TVE nos deje seguir disfrutando del personaje de Laura Lebrel, la maestría de María Pujalte, que parece haber nacido para actuar bajo una gabardina; los tartamudeos de Jacobo y sus idas y venidas sentimentales, aunque siempre formando con Laura la pareja de divorciados más casados de la tele. Martín, el Watson de esta Sherlock, no se queda atrás. La siempre dura Lydia (uno de esos personajes repletos de sorpresas, buenos recubiertos de maldad por obligación) o el inocente de Cuevas agrandan la lista de motivos por los que sentarse frente a la tele y disfrutar de esta serie. Sin olvidar a Maribel del Bosque, la madre de la detective. La madre maruja que todos tenemos, pero en este caso, empeñada en hacer la vida (e investigaciones) de su hija, más fácil. 

Ah, y no se olviden de la plantilla de sospechosos que ha pasado por la comisaria de Los Misterios: Alicia Borrachero, Mar Regueras, Pere Ponce, Elia Galera, Eva Martín, Marián Álvarez, Lydia Bosch, Fernando Guillén, Pedro Casablanc, Marta Calvó o el impecable Carlos Hipólito, con aquel jugador de ajedrez que nos mantuvo de piedra en uno de los misterios más redondos... ¡Y esos gemelos!¡Me los como!

Los Misterios de Laura se merecen la renovación. Su público nos merecemos más. No pueden enseñarnos un dulce, dejarnos saborearlo y cuando estamos enganchados, ignorarnos. Un poco de piedad.

¡Piedad y misterios, por favor!

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