DESDE LA PASTORAL UNIVERSITARIA.
SALAMANCA: ENTRE EL CIELO Y LA PIEDRA.
Es todo un deleite pasear por esta ciudad, en cualquier etapa del año, a cualquier hora del día o de la noche.
Cada tiempo ofrece matices absolutamente diferentes y deliciosos. Desde la luz del sol radiante, hasta la lluvia torrencial, desde el cielo azul oscuro del atardecer, hasta la iluminación nocturna. Todos estos trajes, le sientan estupendamente a la piedra de Villamayor que viste los edificios históricos de nuestra ciudad.
Rincones escondidos que ofrecen estampas inéditas. Primeros planos de monumentos que cada día te parecen más bellos. Detalles pequeños dentro de un majestuoso edificio, que recrea la vista y te llega al alma? Así es Salamanca.
Para pasear nuestra ciudad no sólo es necesario tiempo, máquina de fotos, guía turística, conocimientos de arte, aptitud para la sorpresa? Para pasear nuestra ciudad y sacarle todo el jugo hace falta espiritualidad, deseos de trascender en cada detalle, en cada monumento, en cada calle, en cada rincón? y querer volar, volar al cielo, volar al Autor de la belleza y descender de nuevo, ayudado por la piedra, a la tierra, para que el paso por esta ciudad deje marcado un poso en el corazón tan hondo, que nos haga personas no sólo más capaces para la estética, sino también, y por lógica, más éticas, más verdaderas, más bondadosas? El arte, si es arte, nos lleva a la bondad y a la verdad. Y en nuestra ciudad hay mucho. ¿Seremos capaces de aterrizar a la verdad y a la bondad desde la belleza?
Desde la Pastoral Universitaria hemos tratado de rezar Salamanca, visitándola, pateándola, conociéndola, descubriéndola. Se nos ha quedado la boca abierta, ante tanta belleza, regalo de Dios.