En días como hoy, que es de obligado cumplimiento adelantar una hora nuestros relojes, no me queda otra que reflexionar sobre nuestro buen amigo, pero no menos enemigo, el tiempo.
Sea extraña o no la premisa anterior, lo cierto es que el tiempo nos nutre y a la vez nos deshidrata, nos enseña lecciones para luego obligarnos a olvidarlas.
El tiempo es aquello que nos da vida mientras nos la arrebata poco a poco.
Siguiendo con la similitud, y mientras acciono los engranajes del minutero de mi "CASIO" comienzo a reflexionar sobre esos 360 grados que girará esa aguja, hasta cambiarlo todo por completo, desestabilizando nuestros ritmos vitales, obligándonos a acostumbrarnos de nuevo a modificaciones innecesarias, ¿o no?
Nuestras vidas son un cambio de planes continuo, un constante devenir de agujas que saltan de una hora a otra, que avanzan a galope o marchan a gateo, que corren hacia adelante o reculan hacia atrás.
Señores, las personas, como las agujas de un reloj, somos terriblemente sensibles, pues necesitamos unas de otras para poder continuar. Por muy grandes y fuertes que seamos, necesitamos ese fino segundero que nos accione con su alegre avanzar. Necesitamos esa persona que nos apoye y que tire de nosotros para que caminemos poco a poco hacia el final, hacia nuestro objetivo vital, los 360 grados.
No importa las veces que te tengan que dar cuerda, cambiar las pilas o tirar de ti. No importa lo lento que avances, lo importante es que termines completando esos 360 grados, pues no olvidéis que las horas pasan, porque los segundos las sustentan.
Sean felices y consigan sus 360 grados.
Rubén Juy Martín [@ruben_juy_9]
Estudiante