CIUDAD RODRIGO
Actualizado 28/03/2014
Redacción Ciudad Rodrigo

Cuando la muerte de un personaje tan importante como Adolfo Suárez llega, todo son alabanzas a su persona. Y, desde mi punto de vista, es lo que hay que hacer porque bastante mal trago es la muerte para su familia y allegados. Pero creo que las alabanzas a Adolfo Suárez llegan muy tarde por parte de las formaciones políticas y los partidos que tantas trabas pusieron a sus proyectos políticos. Los políticos de la oposición, tanto el PSOE como Alianza Popular (actual Partido Popular), se empeñaron en derrotar a Suárez porque era un rival político y, además, muy popular y querido por el pueblo gracias a su excelente labor en el proceso de Transición a la Democracia. La división de su partido, elaborado por un conglomerado de partidos políticos muy minoritarios, fue aprovechada por la oposición para acabar con su etapa en Unión de Centro Democrático (UCD) y, posteriormente, en Centro Democrático y Social.

Tras su fallecimiento se ha destacado su espíritu de concordia, su capacidad para el diálogo como única forma de hacer política en una democracia, o su ansia de que llegase la reconciliación y el cierre de las heridas abiertas por la Guerra Civil. Pero quisiera además, destacar de él su talento natural para la política y su gracia personal de estar en el momento adecuado, en el lugar adecuado.

Consiguió hacer amistad con el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón que veraneaba en el Palacio de la Granja de San Ildefonso, provincia de Segovia, de la cuál Suárez era Gobernador Civil. La amistad que surge en aquel momento se conservó hasta el día de su muerte, no hace falta más que ver el discurso de su Majestad, prueba manifiesta de ello. Esta amistad con Juan Carlos le lleva a oponerse a la emisión de la boda de Alfonso de Borbón con María del Carmen Martínez-Bordiu y, en cambio, emitir la boda del príncipe de Asturias con Sofía de Grecia cuando él era director de Televisión Española. Hecho que hace que Juan Carlos empiece a ser conocido por el pueblo español y se evite la especulación en la sucesión a la jefatura del Estado. La muerte en 1975 de su mentor Fernando Herrero Tejedor en un accidente de tráfico, cuando era Ministro Secretario General del Movimiento es una desgracia personal para Suárez, pero, provoca que él mismo esté en un puesto privilegiado cuando llegue la muerte de Franco.

Esta gracia, que después le abandona cuando inicia el proyecto de UCD, va unida a su talento, el crecerse ante las adversidades, el estar convencido de unas ideas que persigue hasta el final como su defensa férrea del Proyecto de Ley para la Reforma Política, o su empeño en la legalización del Partido Comunista de España, que le cuestan problemas en su gabinete de gobierno y en algunos sectores del ejército, tan descontentos que terminarán por provocar el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.

Sus detractores le critican ser un "trepa" del franquismo pero, quién no aspira a mejorar en su vida tanto personal como profesional, quién no quiere ver cumplidos sus sueños personales, qué político prefiere ser concejal antes que alcalde o ministro en lugar de presidente. Sinceramente, prefiero un político que tenga deseos e intenciones de ser presidente porque, sin lugar a dudas, será un buen presidente.

Quiero terminar diciendo que la vida de Adolfo Suárez es un ejemplo a seguir para los españoles de hoy. Ser español no es aceptar o no una bandera, animar más o menos a la selección, haber nacido en un lugar o en otro... sino hacer bien y honradamente el trabajo diario en favor de los demás ciudadanos. También es un ejemplo para los políticos actuales más ocupados de ganar elecciones que del bien común de los ciudadanos, o de que haya una convivencia pacífica entre todos los españoles.

Juan José Carreto Rodríguez

Profesor de Historia del Seminario Diocesano de Ciudad Rodrigo

Escribió doce biografías de la Transición para el Museo Adolfo Suárez publicadas en su web

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