OPINIóN
Actualizado 25/03/2014
José Luis Sánchez

Radicales de izquierdas, neonazis griegos, anti-sistemas y rompe patrias. Así han llamado algunos políticos y  sus voceros de desinformación a la gente de bien que ha querido, el pasado 22 de marzo, unirse a una protesta pacífica multitudinaria.

A esa Marcha de la Dignidad acudían jóvenes sin futuro; jubilados sin presente; personas en paro, con familia o sin ella; trabajadores por cuenta ajena; emprendedores; autónomos; funcionarios; precarios; inmigrantes; emigrados? toda una amalgama de personas unidas  con una única petición: reivindicar la dignidad que se merecen como personas y como pueblo gobernado y a la vez soberano.

El mensaje era claro: que los que gobiernan no se olviden de las personas, que las defiendan frente a esa mal llamada "dictadura de los mercados", como si por llamarlo así y deshumanizarlo, se crease una entelequia a la que no se le puede pedir responsabilidades.

Pero la dignidad conlleva respeto y el respeto implica trato. Que la ciudadanía no se sienta tratada con respeto por las instituciones debe preocuparnos. Por quejarse y protestar se vuelve a insultar a  la ciudadanía. Ana Botella, alcaldesa de Madrid,  negó a una de las columnas un colegio donde alojarse. Dirigentes del PP insultan a los participantes aunque eso sí, respetan que salgan a gritar a la calle ¡faltaría más! Los medios de comunicación pasan de puntillas sobre la noticia hasta que no les queda más remedio y entonces, la utilizan, la manipulan y la ningunean: 50.000 personas asistentes dijo el diario El País, algo más que nuestra Plaza Mayor llena; Los informativos de TVE abrieron con cargas policiales que se producen justo cuando empiezan las noticias para así poder confundir y mezclar a todos en la misma saca. Esa manipulación también es violencia, no física, pero sí institucional e igual de intencionada.

Censuro cualquier tipo de violencia: la física, la institucional y la mediática, pues persiguen lo mismo: imponer sus criterios  y su control ante la libertad de pensar y expresarse, ante la democracia.

Decía Unamuno que se puede vencer utilizando la violencia pero no convencer, pues convencer significa persuadir y para persuadir hace falta razón y derecho en la lucha. Razón y derecho no nos falta, y motivos para protestar tampoco, por eso hay que seguir protestando.

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