OPINIóN
Actualizado 24/03/2014
Joaquín Merchán Bermejo

A ellas y a ellos quiero dedicar hoy mi columna.  A esa generación "que llaman" perdida y a la que los pronósticos  pesimistas condenan a vivir en peores condiciones que sus padres. A los jóvenes aventureros que buscan movilidad exterior, cuando en realidad son los emigrantes españoles del siglo XXI. El sábado pasado veía algunos de ellos en una larga fila de la T4 de Barajas, embarcando hacia Alemania en un avión cualquiera,  de los muchos que supongo  saldrán a diario. A los que padecen unas tasas de desempleo inaceptables. A los que sufren la precariedad laboral impuesta por una reforma que ha degradado sus condiciones y derechos. A  los que están sufriendo recortes en sus becas. A los que no pueden permitirse estudiar en la Universidad por el coste de las matrículas. A los que mientras estudian miran al futuro sintiendo miedo. A los que no nos entienden y los entiendo perfectamente.  Para todos ellos han sido mis últimas palabras en la conferencia que he pronunciado en Almería, que llevaba por título: "El Derecho del Trabajo después de la reforma laboral".  En el turno de preguntas alguien me preguntó: Ante la situación de desempleo, crisis económica y social, descrédito de nuestra clase política, empresarial y sindical, ¿qué podemos hacer? Mi respuesta fue contundente: Los que nos han traído hasta aquí, nunca nos podrán sacar de esto,  están contaminados. Ahora ha llegado el momento de creer y ayudar a nuestros jóvenes. Son el futuro y la generación mejor preparada de nuestra historia. Ellos y sólo ellos abrirán las puertas a la construcción de una sociedad en la que todos nos sintamos parte. En ellos confío y en ellos deposito toda mi ilusión y mi esperanza.

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