Son muy negros los lunares
de la hermosa Mariquita.
Encarnado es su vestido
y a las flores las visita,
nada más salir el Sol,
entre nubes de algodón,
girasoles que lo miran.
Y me ha contado los dedos dos,
tres veces?
¡No se quita!
Mariquita, quita y pon,
Mariquita no se quita.
Que yo quiero que tú vueles
y, volando,
llegarás:
al nenúfar,
al acebo,
al cantueso,
al narciso
y a la rosa del rosal.
Pequeña,
como un botón,
es la hermosa Mariquita.
Y, por fin?
¡Ya los contó!
Sube y baja,
quita y pon,
que son cinco, -cuatro no-
los dedos de mi manita.
Del poemario inédito
"Hay un sapo en el jardín"