OPINIóN
Actualizado 22/03/2014
Andrés Alén

Cuando se une este tiempo cuaresmal con mis caminatas a orillas del incivilizado rio Tormes que tenemos, parece que los pensamientos quieren parecer soliloquios y meditaciones con apariencia trascendente, porque en soledad no hay nadie que te diga que no, que no es tan profundo el néctar de tu sesera, ni elevada tu filosofía, que con esta primavera estallada hay que tener el mismo cuidado con las alergias que con los arrebatos  tanto místicos como de pasión, y poner a buen recaudo la cordura, con una autoestima suficiente y nunca grandepara no confundirla con la superchería.

Camino del DA2, por la ribera del rio, andaba yo en eso de que si todo arte sale del espíritu, (la mente y algo más), todo arte tendría suma facilidad para representar el hecho religioso, acercarse al concepto de Dios o describir al menos  su halo de misterio. Pensé luego en católico y me di cuenta de que casi siempre representamos la idea de Dios y de si Hijo de forma realista, como de tú a tú con tanto desparpajo, que concretamos detalles inauditos, color de pelo y su peinado, barba y su corte, caída de ojos, apresto en el vestir o elegancia de ademán, claro,  como conociéndolos de toda la vida. Yo mismo en el artículo anterior de Dolorosas sevillanas contribuí a propagar este arte figurativo  idealizado que personaliza hasta lo cercano los grandes conceptos de nuestra religión, dije como un torero que llena de estampas su capilla o camarín.

Pensé que más allá de esa cercanía y confianza, siempre queda el misterio, como un muro que reflejara nuestra propia sombra, como el murmullo del rio o de la brisa leve que no sé descifrar. Siempre creí que la música, que se refugia en la estructura del número, en la tensión de la cuerda, en el pulso mantenido en el tiempo,  en la medida, hasta aparecer como una matemática del sentimiento, que es lo que debe ser la armonía, era más propia para hablar del espíritu, de Dios, de su presencia o de su ausencia. Y eso sobre todo era por el gran poder que tiene de abstracción, de dejar que el hombre se vacíe en un marde notas que colman el tiempo, ¿por qué el arte plástico no iba a tener una capacidad parecida de desmaterializarse para acercarse al concepto de Dios?

Creo que el arte abstracto es invento de judíos, y con todos mis respetos, opino que son ellos porque mantienen una relación con Un Dios de nombreindecible, sin un rostro real como blasfemia, que su amor y su temor ante el todopoderoso cuidador de su pueblo, hacedor de sus leyes, pero inefable. Eso imprime otra relación diametralmente distinta, y  que da  lugar a un arte de expresión abstracta, la única posible relación con la unicidad a la que se relegan.

Ilustro el auto parlamento, trayendo, sobre todos a quién mejor lo representa,Mark Rothko, con su capilla en Houston que él no pudo ver concluida, como un espacio donde el vacio es  forma, donde catorce cuadros obscuros, casi negros, matizados con marrones, violetas, granates, predisponen a quien se acerca en paz, a la meditación, el silencio, a la oración, en suma a la contemplación que siempre en el alma ( la mente, el cuerpo y algo más) es un viaje interior.

 

 Echo de menos capillas silenciosas como esta, cuadros inabarcables porque su vacío hace que solo lo esencial permanezca. Un lugar para orar, reconozco que una capilla románica, cisterciense, sin aditamentos, produce un efecto parecido, pero  estaba hablando de cuadros, no solo arquitectura. Y también añoro a la persona que se acerca siempre sin prejuicios a lo nuevo, y si le llegan vibraciones las admite y trata de saber porqué, y si no,  se va.

Mark Rothko  no fue siempre el pintor de los oscuro, quizá fue el rojo su color final, esos rojos velados como incendios que acaban, esos que contienen secretos, voces como avisos de un desenlace imprevisto y fatal

 

 

 Aunque este sea mi pintor abstracto por excelencia, el que encarna ese otro arte religioso que pretendo , me atrevo a pensar que como nunca  hoy , nos hemos acercado a ese misterio. Hoy que el arte se ha hecho más conceptual, más simbolico, podemos vislumbrar otras poéticas, casi siempre más referidas a un hecho religioso universal que  a un cuerpo confesional. También ahora que sabemos que una obra de arte solo se completa con un buen espectador que la complete.

 

 Hete aquí un muro de Tapies donde proyectarse, Blanco son signo rojizo, de 1963, o este otro aún más blanco  e inmenso del Guggenheim de Bilbao.

 

 No me es difícil imaginar una capilla con cruces de Tapies, escudriñar sus símbolos, su armonía como otro cántico espiritual.

Mi paseo llegó a la entrada del DA2, con estos pensamientos, sin nadie con quién poderlos discutir. Entré en la exposición del Artium de Vitoria, "Tiempos Abiertos" donde se muestran más de cincuenta obras de esta colección que recomiendo. Para este escrito me viene bién una de ellas, la de una autora con nombre de santa, Ángela de la Cruz, será por esto más que porque esté de moda, su obra es dura, dificil,  de las que te pone enfrente y te interroga:Stuck 2004

No sé si consigo explicarme, si hay razón suficiente , si es fruto de una soledad no corregida, de un tiempo cuaresmal de penitencias, creo que no. Antes de salir del Da2 tiré una foto, la verdad es algo parecido a una tentación o a un  de aviso, me voy con cierta preocupación.

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