OPINIóN
Actualizado 14/03/2014
Fructuoso Mangas

Es una feliz y extraña confesión de un cantautor de hace 25 siglos; la letra entera figura con el número 29 (30) en esa compilación de canciones judías llamadas Los Salmos y merece la pena buscarla y leerla. No se prive de algo tan exquisito. El texto aclara las razones y ahora yo, a infinita distancia, intento decir las mías.

Mis lutos son claros y desde la altura de años y de vida en la que vivo me resultan escandalosamente evidentes. Podría hacer una lista apretada que no cabría en las 24 líneas de esta página. Y además supongo que mis lutos no interesan a nadie. Me importa mucho más recordarme las razones para la danza.

En primer lugar está el pasado, que, está visto, tiene demasiadas lecturas posibles como para que a estas alturas no sea interpretado con feliz benevolencia, sin acritud y con una mirada inteligente y hasta enriquecedora. Se merece una danza el pasado, tan pequeñito y tan grande a la vez. Danza por él. Por la memoria somos lo que somos y por ella me dedico un envolvente Bolero de la mano de Ravel. ¡Danzo con mi pasado!

El presente, a pesar de todos los carpe diem horacianos o de los eternos gaudeamus igitur de todas las juventudes  o, ahora de moda después de tantos siglos, los cármina burana de los goliardos (que no, ¡que la letra no es de Carl Off! Vale.), el presente, venía diciendo, es uno de los mayores faroles (bluff en el póker) de publicidad engañosa. Y a veces, aun con las pésimas cartas que tiene, gana la jugada a mucha gente distraída que mira para otro lado. No ve a Cronos haciendo el guiño de la trampa. Nos avisamos de que en Salamanca, como en tantas ciudades, existe el Paseo del Desengaño, advertencia para enterados. Por eso el presente ni luto ni danza ni ná de ná. Es una moneda en el aire. No da ni para llorar ni para bailar. Tres compases secos de Imagine. Los marco de la mano de John Lennon.

Y el futuro. Parece un desatino, pero es mi fortuna, una fortuna incalculable, por definición. Y esto sí que es la blancura más bailable, con permiso de don Miguel. Es donde se cambian los lutos y se te devuelven danzas. No sé nada del inmediato, del futuro inmediato, quiero decir, tan secundario, pero tengo datos fiables y asombrosos sobre el que sobreviene después de ese ligero tramo desconocido. Apenas sé nada del puente pero la orilla la tengo clara y sabida. Me espera un futuro de baile y danza. Como suena. O, quizás mejor, cómo suena la música del fondo de allá invitando a la fiesta y al baile. Me arrimo al Maestro Salinas y a su música callada?

Se imponga usted algo de silencio sonoro y escuche, por favor.

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