Al hacer balance cada semana para este artículo repaso lo acontecido desde el lunes y siempre me encuentro con que el mundo ha cambiado. La velocidad de crucero con que se suceden los acontecimientos hace que la semana anterior, que el artículo anterior, casi siempre se haga viejo. Eso es lo difícil en el articulista: el escribir de tal forma
Entro al grano de la semana que concluye. Al margen de guerras internacionales, con el nuevo cisco de Ucrania, que terminará fastidiándonos los repuntes económicos, me atrae la visita de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, a Juan Vicente Herrera, presidente de la Junta de Castilla y León. La todopoderosa Soraya, pequeña pero matona, porque su brillantez técnica y discursiva la ha engrandecido políticamente, no se llevaba muy bien con los jefes de aquí porque han venido criticado más de la cuenta
Eso está muy bien: vale, tendremos mejor Archivo (ya veremos), pero ¿eso fue todo? ¿Tanta historia para
Soraya Sáenz de Santamaría tiene en la cabeza el Estado, como diría Fraga, y las autonomías, y todo, porque como estudió mucho se le desarrolló paralelamente el cerebro. Esa es la causa que Herrera y su alter ego De Santiago-Juárez dulcificaran la mirada a la vallisoletana, no sea que les envisque aún más a Montoro y Soria y les aumenten todavía más los problemas que se les acumulan. Soraya manda, decide, habla y no mete la pata. Y como cuenta
Por eso este amor no fue sincero, fue un amor de conveniencia política, sin resultados concretos y tangibles para la gente. Hay otros amores más limpios que sin embargo tampoco cuajan porque siempre la realidad se impone a los deseos. Se quiere querer y no se puede querer porque quien manda son las circunstancias de Ortega y Gasset, y no el deseo o la idea. El amor de Soraya y Herrera será flor de un día. Por eso no quisieron salir en público a contar su imposible: ordenación del territorio, cierre de minas, diferencias fiscales y muchas cosas más que están ahí detrás, como la sombra que intestas mover inútilmente porque no puedes
Así es la vida. Y la política. Lamentablemente.