OPINIóN
Actualizado 08/03/2014
Victorino García Calderón

El pasado 5 de marzo murió en Las Palmas de Gran Canaria Leopoldo María Panero. Solamente te diré una cosa: léelo, siéntelo, mira las películas en las que participó, si es la primera vez que te asomas a él, no hagas caso de lo que su cuerpo transmite, del tono de su voz auto modelada a lo largo de su vida vivida, bebida y fumada a golpes de siquiátrico y antifranquismo, simplemente profundiza en su poética y déjate llevar.

La poesía es el destino de la lágrima
como un vómito enredado a otro vómito

como el árbol del saber
como el silencio en que se halla la noche
buscando locamente lo que excede al ser
la nada en que me buscas
el desierto y la flor.

Esquizofrénicos o La balada de la lámpara azul, 2004.

Un poema que se enrosca a la vida
Como la hiedra al árbol cortado
Como la sílaba a la sílaba
Como la sílaba hecha de herrumbre y de silencio
Como la sílaba se enrosca al árbol cortado
Diciendo nada al hombre
Y al poema que se enrosca sobre el hombre.

El hombre elefante, 2005.

Si te asomas, amigo lector, al documental "MERIENDA DE NEGROS" (parte 1) de Elba Martínez, cuyo link tienes más abajo, además de acercarte a su figura y pensamiento, podrás comprobar cómo la cámara y Leopoldo eran la misma cosa. Panero es el escritor que mejor se ha acercado a tal simbiosis, el que mejor ha entendido que la poesía no sólo debe ser leída, sino también escuchada. Si te engancha tienes cuatro partes más y otras muchas filmaciones en las que puedes sumergirte. Su poesía puede llevarnos de un extremo a otro, de lo sublime a las cloacas, del amor al odio, del cielo al infierno, pero no deja indiferente a nadie.

"Más allá de donde aún se esconde la vida, queda un reino, queda cultivar como un rey su agonía, hacer florecer como un reino la sucia flor de la agonía: yo que todo lo prostituí, aún puedo prostituir mi muerte y hacer de mi cadáver el último poema".

"Aquí estoy yo, Leopoldo María Panero, hijo de padre borracho y hermano de un suicida, perseguido por los pájaros y los recuerdos que me acechan cada mañana escondidos en matorrales, gritando porque termine la memoria y el recuerdo se vuelve azul y gima, rezando a la nada por temor".

"Qué siniestro es el oficio de escritor".

"Estoy aburrido de esto. Yo no soy un poeta maldito. De paso, en España me creen loco. Podré ser un monstruo pero no estoy loco. Sabes, te diré que sigo esperando que me den el Premio Nobel de Literatura. Ya llevo cuatro años y no me lo dan. Tal vez no me lo darán porque vivo en un manicomio y me llaman lo peor de España, el anticristo, el demonio".

"El loco yerra, pero no miente. Además tiene la peligrosa manía de decir la verdad".

"Los manicomios son campos de exterminio nazi".

"Con mis versos no busco más que reencontrarme a mí mismo".

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