OPINIóN
Actualizado 08/03/2014
Aníbal Lozano

Engañas al sueño y te desvelas, aunque se trate de un domingo: son las 8.00 am. Sintonizan Radio Nacional de España, Radio Clásica y a tu lado se queda uno de los mejores programas de  radio que puedas escuchar. Se llama 'Café del Sur' y lo conduce Dimitri Papanikas desde hace cinco años en que lo creó en una mesa de café cerca de la madrileña plaza de Ópera. Las vicisitudes y los caprichos de la programación ha hecho que este programa baile durante este tiempo en el dial de las emisoras de  Radio nacional, que si Radio Clásica (antes Radio 2) y Radio 3. Al final, el corazón que es sabio encuentra un día el breve instante para sentirlo, para apreciarlo. 'Café del Sur' (que uno puede escuchar en cualquier momento gracias a los podscast de Radio Nacional, -justo es reconocer el gran servicio que para el oyente tiene 'A la carta'-) mira los orígenes del tango como un argumento entre la voz y la palabra, la música, la memoria y la poesía. Y es mucho más que eso.

En estos tiempos que corren citarse con la reflexión es difícil. Si echas la mirada sobre la radio misma pues volverte y revolverte hasta encontrar cierta cordura que al menos, escapa a la soberbia y egolatría que transmiten otros medios, como el de la caja tonta, más tonta que nunca en bote y sin Lina Morgan que lo anuncie. Encontrarse, por tanto, con un asueto de calma en un mar embravecido de estupideces tiene algo de cordura y en ello nos alcanza la plenitud de 'Café del Sur'. Dimitri Papanikas, en esa mixtura del crítico sardo que lo es también de Italia, España, América del Sur  o el Peloponeso viaja como una figura homérica en el Mediterráneo y lo acerca hasta formar parte de ti. Si la historia del tango deviene en reclamo, es verdad que la misma cultura se nos ofrece como el trasunto de la vida, como la letra que Dimitri Papanikas nos recuerda como un péndulo hermoso del inolvidable Alfredo Zitarrosa: "Como haré para tomarte en mis adentros, guitarra? Cómo haré para que sientas mi torpe amor, mis ganas de sonarte entera y mía? Como se toca tu carne de aire, tu oloroso tacto, tu corazón sin hambre, tu silencio en el puente, tu cuerda quinta, tu bordón macho y oscuro, tus parientes cantores, tus tres almas, conversadoras como niñas? Como se puede amarte sin dolor, sin apuro, sin testigos, sin manos que te ofendan? Como traspasarte mis hombres y mujeres bien queridos, guitarra; mis amores ajenos, mi certeza de amarte como pocos?"

Hay en este fascinante programa de radio, un fragmento para sér  y para creer en la dignidad humana. Algo épico.

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