OPINIóN
Actualizado 06/03/2014
Pablo Pascual Villoria

 

Acompañemos al estudiante de Salamanca en su ascensión por la escalera del Estudio. Ha dejado atrás el arranque de la escalera, decidido y con la ayuda  del bordón florido (conocimiento) para un camino que se presupone arduo transita su primera prueba: la danza morisca representada en el primer tramo de la escalera. Descubrirá que las cosas no son lo que parecen y pese a cantos de sirena nuestro protagonista sale vencedor.

El estudiante in itinere ha de proseguir y disponerse a superar su segundo tramo. Antes se toma un tiempo en la pilastra del primer descanso. Pilastra de triple testa y en su parte inferior, alegoría de la duplicidad, diestra y siniestra, expresadas con insistencia: dos muchachos portando cordero o cabrito y un anfisbema o serpiente de dos cabezas.

La triple testa proclama la prudencia, primera conquista del peregrino. La prudencia se ejercita ante la dualidad y constituye un recurso ciceroniano potente, retomado en el medioevo por S. Alberto y Dante para quienes la prudencia estaría compuesta por la memoria, la inteligencia y la providencia. Memoria capaz de reproducir cosas pasadas, inteligencia que contempla lo que son y providencia capaz de adelantar el futuro.

El estudiante de Salamanca se recrea en la pilastra de la prudencia tras salir vencedora la templanza del primer tramo de la escalera o danza morisca. La lujuria, anunciada desde la fachada misma de la Universidad por su ranita necrófila, ha sido vencida en el primer lance de nuestro peregrino. Ha sido una victoria importante que le permite proseguir con renovada energía. Cuando la templanza se impone, se acrecienta la  prudencia y con ella el resto de las virtudes. El mundo de las virtudes y su lógica encadenada: crecen todas o se debilitan todas; admiten doble sentido, como la escalera. La dualidad refeja el drama del libre albedrío: podemos hacer una cosa o su contraria. Si la elección es acertada nos hacemos más libres. Y a la inversa. Lo experimentado por nuestro estudiante que se refuerza en la primera pilastra.

Anfisbema, cordero o cabrito, dualidad? necesidad en suma de acertar superando la perplejidad. En esa altura nuestro estudiante se siente reforzado pero también amonestado: ha de proseguir manteniendo un tono vigilante. Apogeo y decadencia caminan muy cerca. Delante aún esperan dos tramos de reto, lucha y sorpresa antes de coronar la cima.

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