OPINIóN
Actualizado 06/03/2014
Eugenio Sánchez

El clásico de la tertulia entre amigos o sobremesa familiar, en torno a la palabra descansada, con café y pastas de té.

Hacer la rana con piedras planas en el rio, gozando con cada salto logrado sobre el agua.

Dormir al raso en noches de cúpula estrellada, adornando los rincones de los pensamientos entre alguna que otra estrella fugaz.

Sentarse al borde del rompeolas con infinita mirada perdida, mascullando el arrullo del beso entre las olas.

Escribir sobre un papel en blanco poesía o prosa, desnudando sentimientos para que nazcan otros nuevos.

Estar cuando tus hijos llegan al mundo, asomando por primera vez ternura e indefensión absolutas, es un amor diferente a cualquier otro conocido, hay que ser padre para entender mejor a los nuestros.

Mirar hondo a los ojos sin mediar palabra, desentrañarse en otro para conocerse en un vals en eterno.

Escuchar y leer a Ángel González Quesada, escuchar y leer a Raúl Vacas Polo, escuchar y leer a Alfredo Pérez Berciano, ver y reír con Spasmo Teatro.

Enamorarse, deberíamos ser capaces de enamorarnos y enamorar en cada gesto y palabra.

La décima la escribe usted, la escribes tú.

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