OPINIóN
Actualizado 05/03/2014
Toño Blázquez

Hoy en el Ateneo vamos a hablar de Pepe Ledesma, poeta. Su imagen de caballero gentil paseando por la plaza con su capa española y su gorra marinera la tengo aún en la mente fresca, como si no hubiera pasado el tiempo. Y hace ya nueve años que nos dejó este Pepe Ledesma entrañable, popular, tan querido en el universo cultural de nuestra Salamanca, ciudad a la que él tanto quiso y de la que nos dejó versos hermosísimos. Volvemos a encontrarlo hoy en el Ateneo al que él tantas veces acudió. Y lo hacemos porque sí, porque nos da la gana, porque a los poetas hay que revisarlos periódicamente, volver a su mundo, a su misterio, a sus inquietudes, volver, en definitiva a sus libros, a sus versos, a sentir leyéndolos lo que quizá sintieron escribiéndolos. Y hacer protagonista hoy a Pepe Ledesma y llevarle flores a su imagen escultórica de la calle San Pablo es volver a darle la mano, a sentir su presencia entre nosotros y a reconquistar de nuevo la poesía que él cinceló con tanto amor, tanta pasión y, también porqué no decirlo, tanto dolor.

El amor, la familia, la esperanza?y la muerte, esa muerte que tanto le enamoró y tantas veces sobrevoló, como gaviota aquerenciada, los mares poéticos de aquel tipo de la gorra marinera.

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