OPINIóN
Actualizado 27/02/2014
Isidro Catela

En pleno debate sobre la Ley del Aborto, una diputada de Amaiur ha utilizado desde la tribuna de oradores el escudo poderoso de la rima. Bien está. Mejor el vate que el bate, mejor las armas cargadas de futuro.

Lástima que la representante de la soberanía nacional, ya metida de lleno al noble oficio de juglar, nos arrojara tan solo un pareado de los que riman con moño. Nada de tercetos, tercetillas, cuartetos ni redondillas.

Nada de Gustavo Adolfo, tan versado en el tema: yo soy ardiente, yo soy morena / yo soy el símbolo de la pasión, / de ansia de goces mi alma está llena./ ¿A mí me buscas? / -No es a ti, no.

Nada de Federico: yo veo en ti fetos de ciencias / momias de versos y esqueletos / de mis antiguas inocencias / y mis románticos secretos.

Apenas nos roció con una trova chabacana, que, al estar en pleno invierno, ni siquiera pudo conjugar con el otoño.
Ya sabemos en qué partes de su cuerpo manda la diputada. Ahora nos falta saber en qué partes del cuerpo de los demás quiere también mandar. Que nos lo diga. Sin rimas, por favor.

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