OPINIóN
Actualizado 21/02/2014
José Ramón Serrano Piedecasas

"Con esa carta sugiero a los señores un reserva de la casa" manifiesta el sumiller camisa blanca, pajarita y mandil listado en negro y verde oscuro, taza de plata,testevin, colgada de una cadena a su cuello. Como consumado relaciones públicas añade, "un reserva que sólo recomiendo a los amigos de la casa?" E inclina ligeramente la cabeza en señal de deferencia, de sumisión elegante. Mi amigo, siempre querido y, sin embargo, siempre tan distinto, mi amigo, pues, sonríe al sommelier, asiente, agradece ese reconocimiento social. A través de los amplios ventanales del restaurante se ve caminar a los viandantes ensimismados, unos metros más allá la blanca Embajada Italiana?.Voces apagadas, guantes de blanco algodón, sonrisas discretas de las camareras al retirar los platos. Mi amigo mira sin ver la calle, sin ver a los peatones ecuatorianos conduciendo en una silla de ruedas a algún atildado anciano o a diversos operarios de algún mantenimiento o a muchos cabizbajos sin mayores atributos y me dice: "Esto de la crisis es una solemne mentira" Silencio?.., al observar la incredulidad en mi cara, apostilla: "El que es listo puede hacerse ahora muy, pero muy rico". A mí, a su viejo amigo, que de sobra sabe de su pensamiento le dice lo que no quiere oír. Lo que nunca ha querido oír de su boca y, sin embargo, tantas veces ha repetido, a su pesar. Eso que dicen, los "que saben de la vida": "que el pez grande se come al chico" Mucho tiempo atrás en el Hotel Palace alguien muy cercano me decía reclinado en su cama, haciendo la digestión después de una copiosa comida: "Deja de pensar tonterías tu como yo y otros pocos hemos nacido en una cama y el resto en el suelo. Así es y así seguirá siendo" Hoy (y ayer), para nuestros gobernantes este es el sistema político ¡el orden natural¡  que debe ser preservado. A mayores, la santa Iglesia desde el siglo tercero viene coincidiendo en ello: "si eres un naide te conformas y serás recompensado en la otra vida" Estar dentro del sistema se limita a aceptar que nuestro viaje puede realizarse en primera, en segunda o en tercera clase. Los avivados viajan en primera y los irregulares en los topes del vagón de tercera. Los que no están de acuerdo con el "orden natural de las cosas" son llamados "antisistema" y se les imponen cuantiosas multas o bien se les dispara pelotas de goma cuando manifiestan su descontento o nadan por alcanzar las orillas de nuestro exclusivo paraíso.

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