OPINIóN
Actualizado 13/02/2014
Juan Robles

Acabo de llegar de un paseo nocturno por el Trastevere romano. Roma está tan bella como siempre: ruidosa, movida, recorrida por multitud de turistas y peregrinos. Es la Roma de siempre, la Roma eterna. Para mí, sigue siendo la capital del mundo. No creo que haya otra ciudad tan concurrida por visitantes de todo tipo y de todo el mundo.

Esta tarde visité la Basílica de San Pedro. Abundaban los rostros asiáticos y destacaban los de color negro, aunque no fueran tan abundantes. Control discreto, pero riguroso, en las filas de entrada por parte de los carabinieri, Basílica llena de gente en todas las direcciones? Paso ante la Pietá de Miguel Ángel, breve visita a la capilla del Santísimo, con gente en adoración y oración permanente, ante la estatua de bronce de San Pedro paso y le toco el pie, como es tradicional, hago el acto de fe rezando el credo delante de la urna con los huesos del Apóstol y, cuando voy a salir pasando por delante de las tumbas de los últimos papas, me encuentro con una larga cola vigilada por un carabiniere, de la gente que esperaba poder ver, y acaso rezar delante de la tumba del próximo santo que va a ser canonizado el 27 de abril junto con el Papa Bueno Juan XXIII; en este caso la tumba es la del Papa polaco Juan Pablo II.

Llevo sólo dos días en Roma. En un curso de actualización para delegados diocesanos de misiones de España y de América Latina, 35 personas en total, sólo 15 de España. Nos aleccionan importantes primeros espadas: el Presidente de las Obras Misionales Pontificias, el arzobispo chino de Hong Kong, monseñor Savio Hon Tai-Fai; el secretario para la sección española, de origen colombiano, en representación del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización. Y seguirán otros destacados representantes de las misiones y de la Santa Sede. Visitaremos Asís, las catacumbas de Priscila, el Colegio Español en Roma, personalmente acudiré a la residencia de la iglesia española de Santiago y Monserrat, donde viví en los años de mis estudios en las Universidades Gregoriana y Urbaniana  en la ciudad santa. Y acudiremos también al palacio y oficinas de Propaganda Fide, en la plaza de España, junto a la embajada de España ante la Santa Sede.

Aún no he visitado Piazza Navona, ni la fontana de Trevi, ni el monumento a Víctor Manuel, ni el Panteón, ni los Foros Romanos, ni el Coliseo, ni la Piazza del Popolo. Roma es grande, es infinita, inabarcable, y menos en unos pocos días. Roma cittá aperta, Roma ciudad eterna, Roma museo general y permanente. Merece la pena siempre volver a visitar Roma. Incluso sin visitar al Papa Francisco, a quien veremos el próximo miércoles en la audiencia general que tiene lugar en la plaza de San Pedro. Ya tuvimos un aperitivo esta mañana observando la audiencia de hoy desde la altura de nuestra casa en lo alto del Gianicolo y las dependencias de la Universidad Urbaniana, la universidad de las misiones. Las audiencias siguen siendo más concurridas que nunca, los discursos y catequesis son oídas con toda atención porque son sencillas y cercanas.

Roma es algo más que el Vaticano y el Papa Francisco. Pero también éstos marcan el ritmo de la ciudad y de los peregrinos llegados de todo el mundo. La canonización de Juan Pablo II y de Juan XXIII se prevé multitudinaria y se renuncia a controlar la asistencia: estará desbordada de residencia, de viajes, de asistencia y acogida en la misma celebración en la Plaza de San Pedro. Fenómenos religiosos y sociales de primera, que siguen haciendo de Roma la capital del mundo.

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