No todo en la vida es Eurovision. ("Gracias a Dios". Lo sé, lo estáis pensando.)
Esta semana comienza oficialmente la competición para la mayor parte de las modalidades deportivas de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi. Si el jueves pasado el patinaje artístico comenzaba con la competición por equipos (una nueva modalidad que se han sacado de la manga para que su participación se alargue más de una semana), esta arranca la tradicional lucha por las medallas individuales. Y este año, el patinaje interesa en España por una razón fundamental. Tiene los mismos años que yo y se llama Javier Fernández.
Nunca he sido muy deportista. Jamás me ha gustado la danza. Parece inexplicable, sin embargo, que una de mis grandes aficiones desde muy niña sea el patinaje artístico. Sí, sí. Suena rarísimo, pero a mí todo lo que sea competición e implique música me tira muchísimo. Y sí, soy una gran seguidora del figure skating, que lo llaman los angloparlantes, recuerdo a la perfección los nombres de los principales trofeos y (si me picáis) las medallas de cada una de las grandes citas de este deporte mientras duró el monopolio de la Federación Rusa. He tenido aficiones muy exóticas durante mi vida. Pero todas tienen en común la música.
Creo que después de muchos años he entendido que de pequeña me quedaba absorta ante aquellos bailarines sobre hielo porque me encantaba la variedad de músicas que eran capaces de bailar entre programas libres, cortos y galas de exhibición. Lo pasaba tan bien reconociendo canciones o descubriendo otras muchas que ahora no sé por qué he dejado de tener un ojo puesto en este deporte tanto tiempo. Me recuerdo muy pendiente de los JJ.OO. de Invierno en Turín 2006. Aquel año Evgeny Plushenko (lo que me gustaba a mí aquel chico rubio?) se llevaba el oro con total autoridad, Stéphane Lambiel lloraba como una magdalena desde el podio por haber quedado segundo, Shizuka Arakawa dejaba entrever lo que sería la actual potencia japonesa, Tatiana Totmianina & Maxin Maririn y Tatiana Navka & Roman Kostomarov se despedían para siempre de las grandes competiciones con su último gran triunfo en parejas. Recuerdo perfectamente la música que bailaba cada uno de ellos. ¡Qué tiempos aquellos!
Con la retirada de aquellos grandes del patinaje, muchos nos retiramos también. Pero el patinaje ha vuelto a interesar poco a poco. ¿Será que ahora que ganamos medallas de repente todo el mundo está pendiente de uno de los deportes olvidados por excelencia? Nunca he estado muy de acuerdo en que el patinaje se tome como deporte. Más me parece un arte que una sucesión de movimientos técnicos. Pero para gustos? El caso es que, al volver a sintonizar durante este pasado 2013, la sensación seguía siendo familiar. El hielo, la pista y los saltos siguen siendo los mismos. Carolina Kostner sigue en la élite. Paloma del Río va camino de convertirse en la Uribarri de los deportes "minoritarios" y al trofeo Eric Bompard lo siguen llamando Lalique, mal que a la organización le pese? ¡Sorpresa! No todo sigue igual. Un españolito se cuela con total tranquilidad entre los mejores, como si tuviésemos una escuela al nivel de la rusa patrocinada por una federación deportiva en condiciones.
Javier Fernández se llevaba este enero su segundo oro en el Campeonato de Europa y en mi casa se celebraba como si fuera un mundial de fútbol. Aún recuerdo aquellos tiempos en que veíamos el patinaje artístico los sábados por la tarde en La2 y, desde el sofá casa, comentábamos: "¿te imaginas que algún día gana un español?". Mi madre y yo nos lanzábamos un par de miradas de escepticismo y al final siempre venía un "eso es imposible". Pues ya no. Ahí está Javi, demostrando que quien quiere, puede.
Y como ha costado tanto llegar hasta ahí, el triunfo sabe el triple (axel) de dulce. Así que solo queda pasárselo como un niño:
Javi compite en Sochi el jueves 13 con programa corto y 14 viernes, programa largo. Pueden ver la señal en directo desde: http://www.rtve.es/deportes/juegos-olimpicos-invierno/directo
No se lo pierdan porque si todo va bien, tendremos clase de aeróbic en la gala de exhibición. Y si no, no pasa nada, porque este chico ya es un prodigio y nos ha llevado donde nunca pudimos imaginar. No me canso de decirlo: ¡Bravo, Javi!