En estos días aún de balances del año anterior se siguen arrojando cifras, he reparado en las que aparecen en los medios de comunicación, informaciones respecto al 'Poder Alternativo', esto es, el dedicado a personas significativas de la sociedad civil y los movimientos ciudadanos y sociales. Esas personas que apuestan desde el compromiso ciudadano por el deseo y voluntad de transformación social, en ámbitos como movimientos pacifistas, ecologistas, movimientos obreros y/o estudiantiles, feministas y un largo etc.
Informaciones que reflejan de forma contundente la estructura social sobre la que se asienta el papel de la mujer. "Sobre las 25 personas más influyentes del "Poder Alternativo". Entre estas ?pertenecientes a las ONG, asociaciones y entidades con fines sociales? solo encontramos a 7 mujeres, un 28%."
Resulta poco, muy poco representativo respecto a la verdadera presencia de la mujer en los ámbito social, cultural y comunitario ¡que resulta ser masiva!. Lo que nos lleva a pensar cuando menos y cuando más a actuar para que llegue a ser representativo, ¡es que hay muchísimo que hacer! ¡tenemos mucho que hacer unas y otros, no sólo por lo demás y por los demás ¡por nosotras y nosotros mismos! ¡tenemos que ser ejemplo!
Curiosamente, o no, una vez más los datos se convierten en reflejo de la desigualdad, de nuevo, son reveladores: Las mujeres, o sea más de la mitad de la población mundial, sufren habitualmente un trato discriminatorio y estereotipado que obstaculiza y traba su desarrollo personal además de la carrera profesional. Es un exponente de la desigualdad, esa lacra que es denominador común de los desequilibrios que llevan a la violencia de género.
De ahí la importancia de que no se de ni un paso atrás en repuestas políticas y sociales que tengan incidencia en la esfera pública y en la privada y que velen por la igualdad en todos los ámbitos, incluso en el de los movimientos sociales donde hay una clara presencia de la mujer; en su apuesta transformadora.