OPINIóN
Actualizado 06/02/2014
Pablo Pascual Villoria

Una de las novedades más relevantes en la adolescencia es la aparición del erotismo puberal. Sabemos que el deseo sexual está constituido por tres elementos interdependientes: impulso (biología), motivo (psicología) y anhelo (representación social). Un adecuado desarrollo e integración de los mismos determinará la armonía personal: "hay ósmosis entre sexualidad y existencia, la sexualidad es todo nuestro ser" (M. Ponty). La atracción sexual es energía que teje la historia de la humanidad.

Cuando entre hombre y mujer se pone en marcha la química del amor, hay que controlar ese proceso para que no se desencadenen reacciones que precipiten en química tóxica. En el devenir de fuerza tan principal hemos de reconocer la centralidad de la mujer. El protagonismo femenino lo advertimos en las mismas bases de la fertilidad: tras una relación sexual, infinitos espermatozoides pugnan por rebasar un cuello del útero con su correspondiente moco cervical que los filtra y capacita; de los miles de espermatozoides que llegan y rodean el óvulo sólo uno obtendrá permiso del óvulo para atravesar su corona radiata y luego su membrana para confrontar finalmente su haploide juego de cromosomas con el juego cromosómico del óvulo dando origen a un nuevo e irrepetible ser diploide. Esto sólo es posible tras la denominada "reacción acrosómica", especial contacto entre las células germinales en la que el espermatozoide es reconocido por el óvulo, completándose en ese momento su  maduración.

La vida se abre paso en el óvulo de la mujer y a los pocos días en su útero. De las cualidades de la mujer, de su genio femenino, dependerá luego la marcha de un hogar y por extensión, de la humanidad. La realidad del hombre y mujer aparece distinta y complementaria. El sistema sexual masculino está situado al exterior, es de rápida excitación y de respuesta sexual primaria muy genitalizada. Por el contrario, el sistema genital de mujer es interno, más especializado, su excitación es más lenta y menos focalizada, lo cual determina una sexualidad más extensa y equilibrada. La atracción sexual posibilita el encuentro de un yocon un tú, eventualmente un nosotros y un él cuando surge el regalo de la vida. En cualquier caso "La mujer es profundamente distinta al hombre? cada célula lleva el sello de su sexo? su tarea en el progreso social es más elevada que la de los hombres" (A. Carrel).

En medio de una densa ideología Venus y Hércules están un tanto desnortados. Hace cinco siglos ocupan lo más alto de la espléndida fachada universitaria.Salmantica docet  también desde sus piedras, hoy como ayer es preciso que les promuevan en la masculinidad y feminidad que les corresponde.

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