Ahora que el señor Gallardón ha vuelto a conceder una serie de indultos, me vienen a la memoria recuerdos de la niñez, recuerdos de correctivos que me ponía mi querida madre por el comportamiento de un niño travieso que, sin más malicia que jugar, recibía unos castigos de agárrate y no te menees.
Hace poco vi un programa en la SEXTA (menciono la cadena para que ustedes vean que también a los de derechas nos gusta flagelarnos de vez en cuando) sobre el indeseable delincuente salmantino Amancio, alias "El Rubio". Quitando la parte sensacionalista de la que están cargados este tipo de programas y profundizando en el contenido, me di cuenta de lo tremendo de la situación: Una máquina de delinquir como era este personaje, que campaba libremente por las calles aterrorizando y vendiendo veneno a la juventud salmantina, ya había estado en la cárcel innumerables veces. ¿Pero cómo es posible esto? ¿Cómo es posible que dejaran libre a un tipo de esa calaña?, y no una sino varias veces.
Como el ejemplo del "El Rubio", existen infinidad de casos. Harto estoy de ver en los medios de comunicación delincuentes que entran y salen de prisión como Pedro por su casa, cansado y asqueado estoy de ver como indeseables con cuatrocientos antecedentes policiales no pisan ni la cárcel.
Mis amigos letrados me dicen que las leyes están hechas para proteger al inocente, "es mejor que un culpable esté en la calle a que un inocente esté en prisión", totalmente de acuerdo, ¡pero hombre! Un tipejo con cuatrocientos antecedentes policiales, muy inocente no será.
Después viene esa tontería de la reinserción. Para reinsertarme eran los castigos de mi madre, pero una persona que está acostumbrada a entrar y salir del "hotel de Topas" como quien entra en un bar, no entiende de reinserción. Mételo en una celda y tira la llave al fondo del mar, porque lo único que provocará ese individuo es que la gente inocente pague una condena de temor al tenerlo en la calle.
Señor Gallardón, yo soy de los que opino que se habla mucho de los indultos que usted ha dado (incluido el de Tamara Hernández, una anarquista que mandó un paquete bomba al ex responsable de Servicios Penitenciarios de la Generalidad), pero que no es usted el único, Felipe, Aznar y Zapatero lo hicieron antes que usted; aunque sí le ruego que vuelva a poner la pena por reincidencia que, aunque suene franquista, era una ley efectiva, para que así, los hombres y mujeres de bien, podamos estar tranquilos en cualquier parte de este loco pero hermoso país.