En aquel momento, hace millones de años, cuando un individuo en algún lugar de África, después de torpes ensayos, se irguió, ¡"homo erectus"!, sobre sus patas traseras y le quedaron libres las manos, comenzó otra historia. Y las manos anduvieron metidas en todo en una lista interminable, mano a mano, de mano en mano, entre manos, de la mano, a la mano, dar la mano, dar mano, echar la mano, echar unas manos, manos largas, manos limpias, manos blancas, manos unidas? Y ahí venía yo, a lo de manos unidas.
Mi historia con estas manos comenzó hace 49 años porque desde entonces traigo entre manos la ocupación y la preocupación que traen y llevan muchas manos unidas, quiero decir que trae y lleva Manos Unidas: los pueblos pobres del sur, con su hambre y su deuda, su sufrido comercio injusto y sus materias primas embargadas, su sanidad sin llegar y sus vacunas imposibles, su gobierno supercorrupto y su pasividad ante el blanco del norte, su conformismo y su resignación a prueba de casi todo? Pesada letanía que como mantra repetido años y años de mano en mano sirve de freno a cualquier proyecto integral.
Sin olvidar, ni mucho menos, a los padres de esa criatura dramática que se llama Hambre y que soporta dos adjetivos siniestros, Injusticia y Muerte; mal nombre y peores apellidos que en buena parte (¡en muy mala parte!, habría que decir) le fueron dados por el Norte rico y prepotente, del que han nacido y siguen naciendo muchos de los males del Sur subdesarrollado, desde un comercio injusto o el inútil paternalismo hasta el control de las materias primas o la pesada deuda externa alegremente provocada, pasando por el comercio de armas o las guerras internas empujadas desde fuera? La lista es tan vieja como conocida y, aunque harían falta precisiones y hasta rebajas, no deja de ser soberbia e impía.
En medio de esta quiebra caben acciones e indignaciones, proyectos y ayunos, informaciones y cambios sociales? Y hasta son casi de obligada participación para el ciudadano ocupado en cosas de humanidad. Por ahí van las iniciativas e intervenciones de Manos Unidas, como los de otras organizaciones que trabajan en ese campo, y que se concentran especialmente en este mes de febrero.
Van a cumplirse pronto mis cincuenta años (¡cincuenta años!) de trabajo como voluntario de Manos Unidas y de socio de otras organizaciones similares. En este tiempo he aprendido, he crecido, me he indignado, me he convertido (muy poco), me he apasionado y he descubierto que se puede empujar la historia y, como aquel chaval de los cinco panes de cebada en el evangelio de Juan, cada uno tiene resortes suficientes ?tiempo, sentimientos, dinero, 5 panes, valores y virtudes? ? para echar una mano y empujar el carro de la justicia, del desarrollo y de la dignidad para todos, especialmente para la tercera parte de la humanidad que pide pan y reclama justicia.