OPINIóN
Actualizado 26/01/2014
Jesús Garrote

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En una época en la que declaramos el país en crisis, cuando mucha gente manifiesta su descontento y su falta de confianza ganada a pulso por los que nos gobiernan, las soluciones las tenemos que encontrar buscando respuestas en generaciones en que la subsistencia era la aspiración.

Por esa razón el jueves 23 hemos realizado una matanza tradicional en el centro de Formación Profesional "Lorenzo Milani" con sus alumnos y los de la Casa Escuela Santiago Uno. Está englobado dentro de un programa de desarrollo rural integral donde buscamos la vuelta al campo como fuente de empleo para jóvenes que se sienten fracasados  ante la falta de oportunidad para el empleo y preservar los ecosistemas de forma real con un desarrollo sostenible que evite la despoblación de nuestros pueblos de Castilla y León.

La matanza es una competencia profesional más que podemos aportar a nuestros chicos. El respeto por los animales y el aprovechamiento para la alimentación humana en este caso. Aprender a deshacer es una maravillosa clase de anatomía donde los chicos se sorprenden y se maravillan cuando les explicas el corazón, los pulmones, el hígado y cuando descubren sobre un periódico el efecto de lupa del cristalino. Los de cocina localizaban el secreto, los lomos, los solomillos y se daban cuenta de la similitud con el cuerpo humano salvo en que no tienen el ciego y por eso en épocas que narra la película del Médico basada en el libro de Noah Gordon, la enfermedad del costado era incurable porque no habían entendido la apendicitis.

Hubo multitud de talleres en que hicimos morcillas, chorizos, farinato, jabón, el juego en forma de ginkana del cerdoca, etc. Acabamos a mediodía comiendo huesos con patatas, un pisto y un asado para quinientos alumnos, todo esto después de haber analizado el cerdo con  el correspondiente veterinario. También hubo fiesta al son de la flauta y el tamboril y el baile de la botella.

Fue una jornada de convivencia, diversión y aprendizaje que emuló situaciones de siglos anteriores donde nuestros antepasados se reunían entorno al cerdo como lujo de la alimentación, es una fiesta también intercultural porque los musulmanes que viven con nosotros no comen jalufo  pero sí trabajan este día, al igual que los españoles ayudamos en la fiesta del cordero.

Los que provenimos del pueblo y lo aprendimos con nuestros padres y abuelos, recordamos con nostalgia, veneramos a nuestros muertos y lo vemos como un recurso de recuperar tradiciones para el futuro de nuestros jóvenes.

 

 

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