OPINIóN
Actualizado 24/01/2014
Fructuoso Mangas

Sí, los hay. Y muchos. Y al alcance. Volvía yo a casa ayer a eso de las diez de la noche mientras caía una finísima lluvia que desataba todos los brillos de la noche. Salía yo de la plaza de Monterrey con los fantasmas columpiándose en las cresterías del palacio relucientes y evocadoras mientras miles y miles de mínimas perlas de agua se iluminaban ante la iluminada cúpula de La Purísima. Me detuve un momento en la esquina apurando el momento, mientras alguien, irreconocible bajo su capucha, me decía algo de qué hace usted que se moja?

La calle de La Compañía es, en muchos aspectos (nunca mejor dicho porque nos viene de ad- spicere, mirar hacia adelante y hacia arriba, ¡que ya es precisar!), única y nunca la misma. Me la sé bien, de andarla a conciencia miles de veces. Ahora, con esta lluvia, es un lujo modesto e impresionante. Cada baldosa, mojada y viva, habla y grita y susurra y desvela u oculta, según los casos, el mensaje de suave lluvia cayendo en el misterioso y cambiante espejo de un suelo interminable. La leve cuesta entre altos muros de apacible oscuridad, con el perfil tan contundente en sus formas de San Benito y la fila, acompasada y casi penitente, de las farolas alineadas a  la derecha en perfecta y religiosa obediencia, dan a la calle un suplemento de evocación contemplativa difícil de describir. ¡Alto placer sin precio y que quizás no apreciamos!.

Avanzo, lento y quedo, por la mitad de la calle, recogiendo sensaciones y meditando bellezas, me arrimo a un lado o a otro jugando con luz o con sombra, despacio, recreándome lo justo en cada suerte, sin pararme, caminando hacia el final casi excesivo entre clerecías y conchas, para al bajar hacia Palominos y al lado del callado Salinas volverme hacia la visión, cosa ya tan distinta, de la iglesia alta y casi altiva y de la noble casa aconchada hasta el tejado de brotes de sombra y de luz. No es fácil con agua y paraguas dar a la cima alcance. Más fácil volverse Palominos abajo con el resplandor de San Esteban al fondo anunciando lo que viene?

Extraño espacio por variado, completo y sugestivo. El golpe mágico de la portada al fondo, la sombra de Vitoria alta y erguida recortada sobre la logia sabiamente iluminada, la pared mística entre claroscuros y cipreses de las Dominicas, la luna casi llena reinando sobre la espadaña y si te descuidas y te vuelves ligeramente ves alzarse la ingente masa de la catedral, esbelta y esquinada, como una numinosa aparición sobre el bosque en penumbra.

Y el que pasa, se queda un momento en alto el pensamiento y se dice: No hay quien dé más? Y sigue su camino.

Fotografía: J. Manuel Pérez

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