OPINIóN
Actualizado 22/01/2014
José María Moreno

Al contemplar ahora el panorama nacional y teniendo la posibilidad, por años y memoria de mirar hacia el pasado y recordar tiempos vividos.

Al finalizar nuestra guerra fratricida, no era raro ver en nuestros pueblos salmantinos niños andando descalzos o con míseras abarcas.

Me contaba la anécdota un conocido. Allá en los años cuarenta, en plena guerra europea, una noche al subir la escalera de su casa a oscuras; había restricciones eléctricas; tropezó con algo duro, y. al palparlo, se dio cuenta que era un mendrugo de pan, según sus palabras: "más duro que la zapatilla San Pedro"; se acostó y paso parte de la noche roe que te roe. El recuerdo de aquella noche es de felicidad por haberse podido llevar algo al estómago. Eso era hambre y miseria que se vivía en buena parte de nuestra España.

Después de muchos años de trabajos, esfuerzos y sufrimientos, llegamos a la democracia y con la aprobación de una mayoría abrumadora de los españoles, nos dimos una Constitución, que suponía el acuerdo y reconciliación para olvidarnos de enfrentamientos fratricidazas de los dos últimos siglos.

En la situación actual en la que muchos compatriotas lo están pasando mal, hay quien quiere aprovecharse de las circunstancias para nuevamente buscar el enfrentamiento, parece que todo lo pasado se olvida.

La democracia y las libertades debemos defenderlas entre todos y a quien pretenda destruir nuestra convivencia hay que aplicarles la ley. Cuanto más se tolere y se de muestra de debilidad. más se crecerán y lo que hoy se podría curar con una aspirina, mañana será necesario la aplicación de cirugía.

La democracia, por el bien de todos, ha de ser fuerte; la debilidad es su autodestrucción.

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