OPINIóN
Actualizado 20/01/2014
Luis Márquez

El planeta se estaba convirtiendo en un valle de ansiedades, de ríos depresivos, de autopistas críticas. No había lugar o sitio donde la injusticia y la corrupción se fueran extendiendo,?.

Estaban presentes a lo largo de la tierra. A ellos, los Lunáticos, no se les notaba nada extraño, quizás sus parejas, sus familias o sus amigos. Pasaban desapercibidos salvo las pocas veces que el influjo les transformaba. La orilla del mar les ponía nerviosos; de todos es conocido que la marea sube o baja en función de la luna. Eran más bien introvertidos y solo el satélite cambiaba su estado de ánimo. Un día salían a la calle a reclamar lo que creían justo, al día siguiente se olvidaban incluso de su razón.

Bajo una barba desaliñada como vestimenta habitual, a los Cínicos se les conocía por sus famosas sátiras y diatribas. La mayor parte de ellos no creían en la bondad del ser humano. Muchos se fueron transformando en gestores de lo común que fueron privando poco a poco de lo ajeno a los demás.  Otros, los menos, fueron derivando en manifestaciones en pro de su razón a base de sinrazón.

La ataraxia volaba a velocidad de religión y convertía a los Epicúreos en seres obsesionados con la búsqueda de su felicidad a través de la ausencia del dolor propio. Era fácil, teniendo en cuenta  la pasividad de los lunáticos y el cinismo de los otros, pero no tuvieron en cuenta el dolor ajeno, el sentimiento del resto, del diferente.

Ese día les llegó como a todos. Los cipreses fueron testigos mudos de aquel encuentro entre cruces y piedra. Epicuro miró a sus compañeros y lentamente susurró: pobre lunático, solo supo actuar por influjo de los otros. Este sin levantar la cabeza, respondió como si con él no fuera: tienes toda la razón Epicuro, al menos fui fiel a mí mismo, mira el Cínico, hizo todo aquello  que no pensaba. Este último, alzó vehementemente la voz y dijo: callaros!! Lunático, nunca hiciste nada por cambiar la realidad, Epicuro nos manipulaste para mejorar tu bienestar. De repente sus ojos reflejaron su primer y último acuerdo: "hasta el último momento nos empeñamos en acabar con todo." 

Mientras la tierra enterraba a los hombres, los tres se esfumaron bajo la luna,?

Homo homini lupus.

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