La semana pasada ha ocurrido un desgraciado suceso que, como padre, me ha conmocionado enormemente. Por eso, me van a permitir que hoy no escriba una columna convencional, simplemente voy a contar una historia que le contaba a mi hijo cuando era pequeño.
Cuenta una leyenda que a un angelito que estaba en el cielo, le tocó su turno de nacer como niño y le dijo un día a Dios:
- Me han dicho que me vas a enviar mañana a la tierra. ¿Pero, cómo viviré allí, tan pequeño e indefenso como soy?
- Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te está esperando y que te cuidará.
- Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y reír, eso basta para ser feliz.
- Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tú sentirás su amor y serás feliz.
-¿Y cómo entender lo que la gente me habla, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?
- Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar y con mucha paciencia y con cariño te enseñará a hablar.
-¿Y qué haré cuando quiera hablar contigo?
- Tu ángel te juntará las manitas y te enseñará a rezar y podrás hablarme.
- He oído que en la tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá?
- Tu ángel te defenderá aún a costa de su propia vida.
- Pero estaré siempre triste porque no te veré más Señor.
- Tu ángel te hablará siempre de mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado.
En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces terrestres, y el niño, apurado, repetía con lágrimas en sus ojitos sollozando?
-¡Dios mío, si ya me voy, dime su nombre! ¿Cómo se llama mi ángel?
- Su nombre no importa, tú la llamarás: MAMÁ