OPINIóN
Actualizado 15/01/2014
Enrique de Santiago

Comenzamos un año que, parece, será, según los primeros datos objetivos, el punto de inflexión que necesitamos para comenzar la ascensión del agujero en el que nos encontramos. Eso no supone que hayamos salido de la crisis, que no tengamos que seguir haciendo sacrificios, que nuestra mentalidad, nuestra forma de trabajar, nuestra forma de enfrentarnos al futuro, no deba de seguir cambiando, pero sí ha llegado el momento de comenzar la escalada.

Hemos de ser optimistas y ser conscientes de que el esfuerzo que cada uno de nosotros ha tenido que hacer, más pronto que tarde, comenzará a dar sus frutos y que debemos exigir que, ahora, se lleven a cabo los cambios en la Administración, se asuman los duros momentos que todos hemos vivido, ahora, por nuestros políticos, por nuestras estructuras burocráticas, por el sector público.

Saldremos de todo, a pesar de nuestros dirigentes y gracias a alguno de ellos; pero, es justo el momento de unirnos, de superar rencillas, de tener grandeza de miras y hombría de bien para desdeñar las suspicacias que podamos tener entre nosotros y conformar un instrumento sólido de todos, para todos y en beneficio de todos, de forma que aunemos los esfuerzos para hacer más fácil, o mejor dicho, menos duro a los salmantinos, a los charritos, a los ciudadanos, el parto que supondrá salir de la crisis.

Si en lugar de echarnos en cara que no lideramos esto o aquello, si evitamos los reproches por hacer una u otra cosa, si en lugar de poner el punto de mira en lo que nos aparta, lo fijamos en todo aquello que nos une y lo que necesitamos, conseguiremos que los de uno y otro bando político, social o económico puedan ver el beneficio común como un beneficio propio que nos permita sobrevivir a todos.

Un pueblo que tiene a Sánchez Galán, Hidalgo, Sánchez Sierra, Díaz, Feltrero,? pequeños y grandes, tan sumamente grandes, en el pasado y en el presente, no puede, no debe rechazar las fórmulas de colaboración de todos para el beneficio de todos. Por todos, para todos y de todos, una nueva Salamanca que, entre todos, salga adelante dejando de lado a las locas, a las plañideras, a las putillas, los inconsistentes  y cuantos buscan que Salamanca sea gris, siga siendo gris, porque gris es su vida, a pesar de que los colores son los que predominan en esta tierra charra.

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