Pasear por el centro de las ciudades de Castilla y León se está convirtiendo en una descarga
Seis años de desastre han sido lo suficientemente duros como para
En Valladolid acaba de desaparecer el histórico cine Roxy, que se une a otras defunciones anteriores de salas entrañables donde ya no nos quedará ni Casablanca ni París. En Salamanca, ídem de lienzo, que decía mi padre. De hecho, cuantos menos habitantes tienen las ciudades, más sufren esta sangría. Otras poblaciones, como Madrid o Barcelona, se resienten, pero resisten el acoso de la soledad con turistas y más turistas. En Barcelona, además, han tenido la brillante idea, ya puesta en marcha hace varios años, de valorar los comercios y tiendas antiguas, hasta el punto de colocarles una placa recordatoria en la acera, a la entrada, para decirle a los clientes y visitantes que allí hay mucha historia concentrada. Barcelona, y los catalanes, nacionalismos e independentismos aparte, siempre son una buena referencia.
El comercio de proximidad, que es como les gusta llamarlo a los profesionales del sector, está sufriendo como nunca. La falta de consumo y la competencia tremenda de las grandes superficies, normalmente ubicadas en las afueras de las ciudades, o en los alfoces, como se vuelve a decir ahora
Y esta es otra: como nuestros jóvenes tienen que emigrar de España en busca detrabajo
Así las cosas, la decadencia que ha traído esta maldita crisis, toca a todos, por la vía del bolsillo o por el ejercicio de la soledad. Las ciudades deben recobrar el aliento, y nosotros debemos dárselo. Hay que buscar nuevas fórmulas, generar otros alicientes. Porque ahora, que encima están restauradas en su mayoría, ¿van a ser sólo silencio?. Pues no, todos tenemos metidos en el alma una ciudad, o dos, y somos parte de ellas, por eso debemos levantar la voz para recobrarlas.Aquí queda la mía.